Las piernas tienen un precio

ابدأ من البداية
                                    

Y también dije cosas de las que ahora me avergonzaba. ¿De donde saqué esos huevos? Santa virgen del chocolate, yo no era un ser que ande regando por ahí todo lo que piensa. Ni siquiera sentía que Káliz pudiera estar atraído por mi de ninguna manera. Las cosas que hacía cuando estaba enfadada.

—¡Tierra trágame y escúpame en Alaska! —exclamé golpeando mi cabeza contra la mesa.

Elías lucía confundido mientras me observaba. Inclinó su cabeza un poco hacia la izquierda inconscientemente, como un perrito curioso. 

—¿Estás pensando en lo que te dijeron? —me preguntó.

—Claro que sí. ¿Cómo no estarlo? Tengo a dos familias potencialmente peligrosas buscándome porque aparentemente soy el anticristo.

Él soltó una risa divertida mientras tomaba asiento a mi lado, con un plato lleno de tortitas doradas y bien tostaditas.

Se veía riquísimo.

—No te rías de mí y dame el envase de la nutella —le exigí.

—Párate y cógelo tú.

—Elías —gemí fingiendo tristeza con mi expresión—. Por favor, tú estás más cerca.

—Me acabo de sentar —declaró fastidiado.

—Y yo estoy mentalmente agotada, venga. Está ahí mismo —le rogué.

—Yo también estoy cansado.

—¿Ah, si? A ver, ¿de qué?

—¿No puedes simplemente pararte y cogerla tú? 

—¿En serio se están peleando por esto?

Apareció Mell en la cocina repentinamente. No habíamos escuchado sus pasos, tal vez si estuviéramos agotados con todo esto. La pequeña vestía un pijama gris con fantasmitas dibujados, era de lana. Nos miró con reproche mientras iba hacia el estante. Se paró con destreza en el borde de la meseta y se empinó para agarrar el envase por el que discutíamos

Nos lo puso en la mesa y después tomó asiento frente a Elías.

—No puedo creer que sean adultos —nos regaño frunciendo el ceño.

Se veía cansada también.

—¿Qué haces despierta, enana? —le preguntó mi hermano.

Yo agarré el bote y lo abrí para aplicar una buena cantidad de nutella en mis tortitas.

—Podría preguntar lo mismo.

—¿Te despertamos? —pregunté.

—No. Me levanté para ir al baño y, pase por la habitación de papá y mamá.

Elías hizo una mueca tensa , mientras entrecerraba sus ojos.

—Ay, no. Escuchaste algo raro —declaró rápidamente—. Solo jugaban , no te preocupes, los adultos hacen eso a veces cuando se quieren mucho. Es normal.

Escupí un pedazo de tortita en su cara mientras comenzaba a reírme escandalosamente. Me sujeté el estómago intentando mitigar cómo sacudía mi cuerpo al reír. Incluso me dolió el abdomen de tanto carcajearme.

Elías con asco se quitó los restos de dulce masticado de su cara.

Me miró con claras intenciones asesinas, y solo pude reírme aún más.

—¡Eres una cochina!

—Y tu un idiota.

—¿Podrían dejar de comportarse como simios y escucharme? —insistió Mell—. Elías, no escuché a nuestros padres tener sexo, y si, se que es y como funciona. No necesitas suavizarlo, pero este no es el caso.

Witchbloodحيث تعيش القصص. اكتشف الآن