CAPÍTULO 11, PARTE 1

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—Tu dolor es tan solo una pizca de lo que Amina siente y este hechizo solo yo lo puedo deshacer— Asegura.

Salimos al jardín principal, por impulso tomo una gran bocanada de aire fresco y sigo a Amina a su hermoso auto negro. Estaba a punto de abrir la puerta de los asientos traseros cuando ella se adelanta y abre la del copiloto.

—Aquí— Eso sonó como una orden. Alzo una de mis cejas rojas con desconfianza y un poco de soberbia—Te estoy haciendo un favor, no soy tu chofer.

Sonreí.

—Lo siento, me dejé llevar por el hecho de que me abriste la puerta como acostumbra Liam, mi chofer. No me sorprendería que me abrocharas el cinturón de seguridad, también.

—Solo soy amable.

—Yo puedo abrir la puerta sola, no necesito a la capitana amabilidad— Aseguro. Ella cierra la puerta, y da media vuelta para subirse. —Gracias.

Abro la puerta y tomo asiento en el suave asiento. Amina enciende el carro y me pide ponerme el cinturón, esta vez sin su tono tosco. Pero cuando lo intento, la correa simplemente no se mueve, tiro otra vez, con más fuerza, pero no sucede nada, y la sonrisa burlona de la híbrida loca me comienza a estresar.

Suelto el cinturón y la volteo a ver.

—¿No podías comprar un cacharro que funcionara?—Espeto enojada.

Ella suelta risa. Se inclina hacia mí, y yo pego mi espalda al respaldo porque no quería volverme a quemarme. Está tan cerca que puedo sentir el calor del hechizo que provocaba que mis mejillas enrojecieran.

De un solo movimiento, cruza la correa en mi cuerpo hasta escuchar el "Clik". Ella posiciona nuevamente las manos en el volante. Doy gracias que partimos de inmediato porque la ciudad estaba a una hora de la mansión y quería aprovechar mi día de compras.

—¿Será que puedo poner música o a la princesa le molesta?—Cuestiona de repente.

—No me molesta, tienes mi permiso, humilde vasalla— Suelto con una sonrisa de oreja a oreja.

Ella rueda los ojos, pero juraría que soltó una sonrisa. Tecleó el nombre de la canción en la pequeña pantalla: Sparks de Coldplay.

Me avergüenza decir que no la conocía, mi poco conocimiento musical eran las aburridas orquestas clásicas que John escuchaba. Pero pienso que no esto una canción que escuchara una supervillana.

Fruncí el ceño al repentino dolor en mi pecho al escuchar la letra. Trato de ignorarlo, pero aumenta a medida que avanza la canción. Siento que en mi cuerpo el enorme vacío que siempre se instala cuando supongo en una vida fuera de esa mansión.

—¿No hay otra más deprimente?—Le pregunto de mala gana, aguantando las ganas de llorar. —Es irónico que tengas sentimientos cuando eres una psicópata genocida.

—Le presté a una chica mi auto, y esta es la canción que más escuchó—Explica. —Creí que te iba a gustar.

—Pues no, prefiero el silencio.

Al llegar a la ciudad no me limite a seguir a Amina, varias veces hui de ella y volvía para que sostuviera mis bolsas. Ropa, zapatos, muchos, pero muchos vestidos, hasta me hice una manicura por primera vez en mi vida, justo como en las películas. De pronto, mi vida ya no solo se trataba de estar encerrada en esa mansión.

En una de mis escapadas, donde deje a Amina en una tienda de perfumes, me detengo frente a una joyería. Miro encantada un collar de oro, su dije era un pequeño girasol con diamantes incrustados y dos esmeraldas simulando las hojas verdes.

Sword Onyx [3]Where stories live. Discover now