SINOPSIS

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Natasha Romanoff de Rothschild-Smith. Nacida en cuna de oro, no era nada más ni menos, que la hija de Iván Romanoff; marqués de Rothschild y lady Ana Smith; una respetada miembro de la corte.

Natasha nació dotada de belleza, gracia e inteligencia. Algunos que habían logrado ver a la niña en su primer mes en el mundo decían que parecía un regalo del cielo, obra de Dios o de sus ángeles. Sin embargo, la niña también estaba cargada de desdicha desde el momento de su nacimiento, Con una madre agonizante que no sobrevivió a más de una hora de haberla dado a luz y un padre con innumerables ocupaciones que no podía dedicarle el tiempo necesario aún si así lo quisiera.

Natasha llega así, a causa de un trágico accidente, a manos del duque de Kensington, Joseph Rogers-Beaumont III; el amigo más cercano de su padre, quien la trata como a una hija desde el primer momento.

La suerte de Natasha cambiaría desde entonces.

Pronto la niña se acostumbró a montar a caballo, a leer todos los libros cuántos le fueran posibles, a desarrollar un don para el tiro al blanco y ciertos deportes...peculiares. Natasha no era como las demás damas de sociedad. No. Aunque se les parecía mucho, era diez veces más culta que cualquiera de ellas.

Joseph y Sarah; su esposa, la moldearon de modo que, al tener edad suficiente, sería presentada en sociedad. Lo que los duques de Kensington no sabían, era que la dulce Natasha no tenía intenciones de comprometerse...

Steven Rogers-Beaumont I, futuro duque de Kensington y su mejor amigo. Se criaron juntos, era la razón por la cual Natasha resultaba inalcanzable y tan poco frívola. Steve y ella eran el dolor de cabeza del ácido Nagel y del buen Joseph; hombre decidido a moldear a Steve para que fuera un noble respetable y no el libertino con tan poco interés por la ley y la moral que corrompía los valores de Debrah; su hija menor, y el pequeño tesoro pelirrojo de la familia; Natasha. 

Los eventos de esta historia están algo trillados, es algo tan predecible que el camino antes de llegar ahí se vuelve cómico.

Steve y Natasha están atados, sí, de pies y manos. Atados a la regencia de un pueblo, atados a las normas que la sociedad impone, atados a compromisos que no desean y atados a una mentira que se les salió de las manos.

Es así como comienza el año de 1885 con la regencia de la muy querida reina victoria I... O eso decían en la corte. Dos jóvenes, un título, mentiras y mucho escándalo.

Nada podría salir mal, si al final de esta historia, lo único que importa es que nuestros protagonistas enfrenten de cara al mundo.

La pista es obvia: «Ella era lo mejor que había sido suyo». 

Feliz lectura.

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