Uno de sus cinco guardias alza una ballesta directamente a mí, parece una estatua, de esas que te miran a donde quiera que vayas y no baja el arma hasta que Rhea la ordene.

Amina ya está aquí, es diferente a los híbridos del límite, es el triple de grande que un licántropo normal, pero no se mantiene en dos patas. Solo es un lobo negro, con los colmillos más grandes que haya visto.

Es de raza pura, tal vez. Ziah le dio veneno de un híbrido salvaje, uno muy antiguo... Quizás es del primer híbrido salvaje ¿Eso era posible? ¿Por eso Rhea y Diana la quieren de su lado? ¿Por eso los híbridos en el subterráneo la obedecían?

Diosa.

Ziah dijo que iba a hacer todo para que Rhea y Hayes Eckvan la perdonaran. Y le entregó a la alfa de los híbridos salvajes.

Esa jodida de Ziah sí le gustaba Diana Ayleen, tanto que transformó a la persona que ella más ama en su peor enemiga.

Rhea la mira con fascinación. Amina está dudando si entrar o no y ella llama su atención, un chasquido de lengua como si de un perro se tratara, y se hace a un lado, mostrándole a una mujer, una licántropa que lloraba con desesperación.

—Ven a comerla—Dice.

Rhea alza el filo de su espada y sin esfuerzo alguno, puedo jurar que con un solo roce de la punta, rasga el pecho de mujer, haciendo que la estalle en alaridos de dolor.

¿Amina está consciente? ¿Lo está?

Los ojos verdes del híbrido mirar a la mujer. Pero en el momento justo, como gotas de sangre, caen ocho personas de los árboles.

Rhea se torna sombría al ver que Amina prácticamente se había esfumado. Los cuatro guardias restantes dirigen la punta de su ballesta a Diana, a John y a los que reconozco como Deméter Pader y Edina Casteller, los brujos con más poder y dinero después de John.

¿Diosa, dime, por qué habitualmente termino metida entre enemistades que tienen miles de años?

—Tu complejo de superioridad con los híbridos salvajes sigue perjudicándote, hermana mía—Suelta Diana Eckvan. —No son animales y no caen en viles carnadas o trucos.

—¿Sigues defendiéndolos?—Pregunta Rhea, divertida. — Aquí, los híbridos salvajes te odian más o igual que nosotros, ya no eres la guardiana de sus derechos.

—Sin embargo, a ti no te consideran alfa de ni un carajo, yo fui su reina durante años— Diana sonríe.

Rhea posiciona sus manos detrás de la espalda y suelta un suspiro.

— Hermanita, si hubieras nacido alfa y no humana, sabrías que una vez que tienes a tu manada, no la abandonas, aunque este en lo más bajo— Dijo. — Me diste miles de años para prepararme, tu límite está colapsando porque uno de sus dos pilares se derrumbó y cuando se rompa, cada híbrido dentro de él irá por ti ¡Dos mil demonios no es nada comparado con mi ejército armado de ónix!

—Una humana bastó para encerrarlos a todos por miles de años y una bruja cobarde para que su alfa no hicieran nada para impedirlo. — Rugió Diana con ferocidad a los híbridos a su espalda. — ¡Ahora soy la reina de los demonios, la inmortalidad suprema, podrán matar mi cuerpo terrenal, pero renaceré de entre las cenizas nuevamente y con más fuerza! ¡Entiérrenle una estaca a su alfa y verán como su cuerpo es comido por gusanos!

Ella y cada uno de sus brujos son cubiertos por el humo negro. Los cinco guardias les disparan y yo aprovecho para correr, sin antes escuchar el grito de Rhea:

—¡Amina Belanger no te servirá de ni una mierda de ese lado, yo tengo a los híbridos salvajes!

#

Sword Onyx [3]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora