Adiós, San Lang. Hola, Luo Binghe.

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— ¡San Lang!

Xie Lian sufría, pero no por Luo Binghe, él había perdido a Xie Lian una vez más y sentía que lo había perdido todo. Su voluntad se quebró...

— Xie Lian...perdóname.

Zhu Xin impactó contra la hoja de Xin Mo y ésta salió despedida. Zhu Xin sólo se detuvo hasta que se clavó en el pecho de Luo Binghe y le pasó lo mismo que él le hizo a Qiu Haitang.

Un grito espeluznante se desprendió de la garganta de Luo Binghe, tornándose más escalofriante y oscuro. Los demonios que lo poseyeron por tres siglos brotaron desesperados, como cucarachas expuestas a la luz. Lanzaban aullidos grotescos antes de desintegrarse en el aire. La onda expansiva desatada por Zhu Xin expulsó al mismo Hua Cheng, que salió girando y volando, Xie Lian lo capturó con todas sus fuerzas y al final ambos acabaron aplastados contra la pared del palacio. Hua Cheng usó su cuerpo para proteger a Xie Lian, aunque su brazo derecho acabó rompiéndose. Xie Lian abrazó a Hua Cheng para crear un soporte en contra del oleaje destructor.

El palacio se estaba desmoronando. La fuga de demonios era por montones, como un río acaudalado, parecía que no iban a acabarse nunca. El poder de Zhu Xin estallaba a los demonios y el techo no resistió, fue volado en pedazos. Xie Lian temía que Luo Binghe muriera en el proceso. Cuando hubo salido el último demonio, Zhu Xin se desprendió sola y Luo Binghe cayó desplomado, su cuerpo ligeramente más pequeño, como el de un adolescente, un tanto delgado y pálido. Su cuerpo inflándose levemente por su respiración.

Hua Cheng y Xie Lian observaron de lejos, no estaban seguros de acercarse. Cuando por fin se decidieron, una luz los envolvió y Qiong Ding volvió a sacudirse. Esa luz se estrelló en el cielo junto con ellos, fue una ascensión en pareja. Estaban de pie en una plataforma dorada en el cielo nocturno, al alcance de las nubes y bajo el espectáculo de estrellas. Ambos jóvenes estaban anonadados, se miraron entre sí y se permitieron una pequeña risa. Para Xie Lian fue una experiencia inexplicable, como si ya hubiese estado aquí antes.

— Mi brazo se curó— expresó Hua Cheng con asombro.

— ¿Cómo?, ¡¿te habías roto el brazo?! — Xie Lian lo cogió del brazo con clara preocupación.

Hua Cheng lo calmó de inmediato dándole palmadas en el hombro.

— Cálmese, Gege. Mire, estoy bien— flexionó el brazo cinco veces seguidas.

Xie Lian no tuvo objeciones. Disimuladamente revisó su propia mano y se dio cuenta que su herida estaba sana, aunque ahora tenía una cicatriz.

— Por cierto, ¿sabes por qué ascendimos? — preguntó Xie Lian.

— Derrotar a un poderoso demonio como Luo Binghe es suficiente motivo.

— Ahora que lo pienso, ¿por qué Zhu Xin reaccionó a nuestra sangre si no habíamos ascendido todavía?

— Hum...Es sólo una especulación, pero Gege y yo éramos candidatos para convertirnos en dioses, talvez recibir la sangre de dos potenciales dioses fue tomada como la de un dios ascendido.

Xie Lian no supo si reír o llorar y una gota de sudor se deslizó por su frente.

— Vaya, digo que Zhu Xin nos hizo el favor.

Hua Cheng rio un poco.

— Lo que no me queda claro es qué tipo de dioses somos.

Xie Lian se cogió la barbilla y pensó seriamente mientras sacaba la punta de la lengua para humedecer sus labios.

— San Lang debe ser un dios marcial y yo...

— Debe ser un dios del amor.

Xie Lian se pasmó y se sonrojó. Hua Cheng se rio por su reacción.

La sangre de un dios. | LuoXie | - 24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora