Loto blanco se convierte en loto negro.

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▪️ 🔴 Escena violenta  🔴▪️   

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Luo Binghe tenía quince, acababa de llegar de sus prácticas como recluta del ejército. Era mediodía y su madre adoptiva le tenía el almuerzo listo, sopa de cordero. Luo Binghe era un prodigio, por eso sus compañeros en el ejército lo molestaban y trataban de echarlo para que no fuera nombrado soldado. Ellos eran hijos de soldados, chicos con el ego inflado. Por si fuera poco, su madre era despreciada por ser madre soltera y él por ser huérfano. Era agobiante, pero regresar a casa con su madre era su consuelo y para ella no era diferente. Se tenían el uno a la otra.

— Binghe, ¿qué te parece si damos un paseo por la ciudad? Como solíamos hacer antes.

— Por supuesto que sí, madre— sonrió el joven Luo, recordando que cuando era mucho más pequeño le gustaba dar paseos tomado de la mano de su madre.

Esa tarde salieron a caminar, pero su madre acabó frente a un puesto de ropa.

— El paseo era para comprar ropa, ¿verdad? — dedujo Luo Binghe.

La mujer rio y le acarició la cabeza.

— Sí. Pronto serás un soldado y debes usar ropa adecuada.

Ella no se percató que había botado accidentalmente una prenda del puesto de ropa, así que se agachó a recogerla. Por desdicha, justo cuando se agachó, una mujer encapuchada se golpeó con ella.

— Oh, disculpe— la madre de Luo Binghe sonrió apenada y le reverenció tres veces.

La otra mujer apretó la dentadura con disgusto y se descubrió la cabeza, era Qiu Haitang, la esposa legítima del sultán. Todos los presentes en el mercado quedaron boquiabiertos.

— ¡Sucia campesina, ¿cómo te atreves a ensuciar mi ropa?!

— ¡Mi Señora, lo lamento tanto! — la madre de Luo cayó de rodillas y pegó la frente a la tierra. Sobraba decir que el miedo corría por sus venas.

— ¡¿Crees que con eso arreglas algo?! — hizo un ademán con la mano a dos hombres detrás de ella, eran sus guardaespaldas—. ¡Ejecútenla!

Voces malintencionadas se oyeron entre los espectadores:

— Qué bueno, esa mujer no me caía bien.

— A mí tampoco, jiji.

Luo Binghe apretó la mandíbula, ellos jamás fueron del agrado de los vecinos.

— ¡Se lo ruego, perdone a mi madre! — intervino e inclinó su cabeza—. Estoy enlistado en el ejército, dedicaré mi vida al servicio del sultán Shen QingQiu y también a este reino. Perdónela, se lo imploro— cayó de rodillas también.

Qiu Haitang se asqueó, odiaba a las madres y más aún el vínculo de madre e hijo, ella quiso ser madre y nunca consiguió quedar encinta.

— No lo repetiré, ¡ejecútenla!

Los guardaespaldas iban por ella, Luo Binghe se puso en el medio, su mirada desafiante.

— ¡No! En ese caso, ¡ejecúteme a mí!

— Binghe...— su madre lo haló de un brazo, trató de hacer que se retractara.

Él le sonrió y le dijo con cariño:

— Descuida, madre, no estaré arrepentido si muero por una persona a quien amo mucho.

Qiu Haitang se irritó mucho más.

La sangre de un dios. | LuoXie | - 24Donde viven las historias. Descúbrelo ahora