Xie Lian ama mucho a su esposo.

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Xie Lian despertó, nunca pensó cuán decepcionante sería despertar a una realidad que no deseaba.

— Buen día, Gege.

San Lang ya había servido su desayuno y tenía a la mascota lagartija tomando un baño de sol.

— San Lang...

— ¿Sí?

— ¿Por qué quieres matar al sultán?

— Gege-

— ¡¿Cómo es él realmente?!

— ...

— ¿...De qué quieres salvarme?

San Lang temía que, si le contaba la verdad, destrozaría su ya maltratado corazón en lugar de hacerle un bien.

— ¿Él nunca le dijo...qué es lo que quiere de usted?

Xie Lian entrecerró la mirada.

— Talvez deba preguntárselo...aunque...

— ¿Tú sabes por qué?

San Lang contuvo el aliento.

— ...Sí.

Xie Lian meditó la situación, si iba a preguntarle eso a Luo Binghe, en el mejor de los casos, podría venderle una realidad a medias; por el contrario, podría sospechar que San Lang estaba envenenando su mente y lo ejecutaría, y no quería perder a San Lang. Realmente necesitaba saber, pero si esto traía más problemas que beneficios prefería no saberlo nunca.

Una idea vino a su mente, una idea que había desechado hace bastante.

Irse del palacio y volver a Qing Jing.

Si se iba, San Lang ya no tendría una excusa para quedarse, salvaría la vida de San Lang y la suya, a la vez conseguirían alejarse de Luo Binghe, que sólo les traía conflicto, en el caso de San Lang despertaba sus intenciones oscuras y en su caso, afloraba la tristeza del desamor.

— San Lang...hoy quiero estar solo.

San Lang se sorprendió, pero pronto comprendería.

Xie Lian buscó a Luo Binghe.

Luo Binghe acababa de terminar una reunión en el salón de conferencias y de pronto vio a Xie Lian detrás de unas cortinas y se asombró. Xie Lian jamás lo había venido a buscar a este lugar, si vino era porque debía ser importante.

— Cancelen la siguiente audiencia, tengo asuntos más importantes que atender— ordenó el sultán demoniaco.

— ¡Pe-pero, Su Majestad!

Luo Binghe los ignoró y Xie Lian se sintió un poco avergonzado por causar la cancelación de asuntos que eran claramente más importantes que lo que él tenía que decir. Luo Binghe llegó hasta donde se encontraba y no lo dejó hablar, lo llevó hacia una habitación lateral, aquí se podían tomar descansos fugaces entre una y otra audiencia, pero Luo Binghe la cerró con seguro. Xie Lian se puso más nervioso.

— N-no es tan importante como para que-

— Todo lo que tú tengas que decir es importante— interrumpió con cierta frialdad.

Xie Lian tragó con dificultad y prefirió darse prisa.

— Amado esposo...quiero irme del palacio.

Luo Binghe se rio con recato.

— No.

— ¡Por favor!

La sangre de un dios. | LuoXie | - 24Where stories live. Discover now