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LA EMPERATRIZ LATRASIL, más conocida como Latil era la persona que tenía bajo sus órdenes al joven caballero Sir. Sonnaught . Un joven con una gran lealtad, unos cabellos rojos y una tez ni tan pálida pero tampoco morena. Alguien neutral.
—Sir. Sonnaught, tengo una tarea para tí —habló Latil sonriendo, una sonrisa poco común en ella, aunque Sonnaught lo atribuyó a lo feliz que debía estar por todo lo nuevo en su vida; Ser emperatriz, tener concubinos.
—Será un placer, Su Majestad —El pelirrojo con una expresión neutral, hizo una leve reverencia hacía la mujer de cabellos negros, sin imaginar que aquella tarea sería de suma importancia para su vida.
Latrasil le explicó que pronto tendrían invitados de sumo prestigio, iba a celebrar un banquete en honor a sus concubinos, pero había alguien en especial que necesitaba la protección de un buen caballero.
Una princesa de un reino vecino que, no tenía ni idea de los peligros que corría al estar fuera de su palacio. Quizá Latil le estaba pidiendo hacer de niñero en otras palabras, pero Sir. Sonnaught no podía negarse a la tarea asignada por la Emperatriz.
—¡La princesa del Reino Occidental; Heaven Monette! —anunció un hombre, con la voz tan alta que todo aquel en el palacio escucharía sin problema. Mientras el hombre se hacía a un lado, el pelirrojo pudo apreciar como una dama se abría paso, pasos lentos y elegantes.
Un vestido adornado con una cantidad algo exagerada de joyas, pero por alguna razón no se veía extravagante ante los demás ojos. Y eso era algo bueno.
Latrasil a un lado del pelirrojo, dió los primeros pasos hacía la princesa, sonriendo ampliamente al estar frente a frente.
—Bienvenida al Imperio de Tarium. Es un placer tenerla aquí, Su Alteza —Se presentó formalmente Latil, observando con atención los rasgos de la chica, se veía un poco más joven.
—Agradezco su invitación, Su Majestad. Ansiaba conocerla en persona —admitió con voz extrañamente suave que, sin lugar a dudas hizo a Latrasil sentir cierta empatía.
—Me siento feliz de saber eso, si me permite quisiera darle "prestado" a mi escolta personal durante su estadía en el palacio imperial —La pelinegra señaló cortésmente a Sir. Sonnaught, quién solo podía estar ahí totalmente neutral.
—Oh, es un lindo gesto, se lo agradezco —Supo apreciar la joven Monette, y luego ambas se sonrieron.
—Bien. Me encantaría acompañarla directamente a la habitación dónde serían sus aposentos, pero me temo que tengo otras cosas que hacer —Ella estaba apenada de no poder guiar a su gran invitada personalmente, pero la investigación del asesino de su padre aún le quitaba más tiempo de lo que le hubiera gustado.
—Sir. Sonnaught le llevará a su habitación —indicó por último para darse la vuelta e irse del salón principal, dejando a la princesa junto al escolta. Sir. Sonnaught tomó la iniciativa y guío a la dama a la habitación, un camino lento y casi silencioso.
Cuando pensó que todo seguiría así, al llegar a la habitación de ella, la joven le sonrió tan grande que el mismo Sir. Sonnaught se sorprendió.
—Muchas gracias, Sir. Sonnaught —Pareciera que no iba a ser fácil cuidar a una princesa que jamás había salido de su propio reino.
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SIR. SONNAUGHT procuraba no ser tan neutral como solía ser, pero aquella princesa era demasiado...
Amable.
Pero era un nivel de amabilidad que superaba los límites, insistía en que la llamara por su nombre, que no hiciera reverencias, o que tomara el té con ella.
Sir. Sonnaught terminó cayendo, aceptando cada cosa que le pedía aquella jovencita, y sin darse cuenta algunos sentimientos que iban más allá de una simple amistad entre un guardia y una dama.
Algo que, claramente no debía ser.
—¿Sir. Sonnaught? ¿No le agrada el té?
La dulce y algo chillona voz de ella lo trajo a la realidad, enfocando el bonito rostro juvenil de aquella princesa, con una expresión algo preocupada.
—No es así, Su-...—Se interrumpió así mismo.—Heaven.
Se corrigió al instante, casi cometía el error de llamarla como "Su Alteza", descuido al que la jovencita sonrió con cierta ternura. Aunque el hombre mayor estaba poco acostumbrado a ser tratar a alguien como su igual, hacía el intento de hacerlo con ella, solo porque se lo había pedido.
—¿Entonces...? ¿En qué pensaba, Sir. Sonnaught?—Quiso indagar ella, siempre tan curiosa cuál gato.
El pelirrojo dudó al momento de abrir la boca, no sabía que se suponía que debía contestarle a la Princesa del Reino vecino.
Ser honesto, o actuar con inteligencia. ¿Cuál se suponía que debía utilizar en esta situación?
—¿Lo he incomodado, Sir?—inquirió ella preocupada, dejando la pequeña taza de té en la mesita y dedicándose a mirar al atractivo moreno que tenía enfrente.—Le pido que me-...
—Señorita, déjeme cortejarla...—Fueron las primeras palabras que salieron de la boca de él, la sorpresa en los ojos de la princesa fue igual o mayor que la del mismísimo Sir. Sonnaught.—Trataré de estar a su altura, mi princesa...
Cuando menos se lo esperaban Heaven, el hombre estaba arrodillándose justo frente a ella para mostrarle su sinceridad, algo en lo que la mujer perteneciente de la realeza no necesitaba para confiar sus sentimientos y corazón al Sir de cabellos rojizos.
—Sir, no es necesario que haga eso...—Ella ayudo al hombre a levantarse, sus palabras suaves bastaron para embelesar a Sir. Sonnaught.
Cuando sus miradas chocaron todo se sintió en su lugar, tan correcto que ninguno fue capaz de dar un paso a atrás, y sabían que ahora que todo cobraba sentido en sus corazones nada volvería a ser como antes, no.
Ellos iban a tener la oportunidad de conocerse, tener un cortejo como las personas normales, eso le bastaba a la muchacha con sangre de la realeza.
Haneul-Mae
Haneul Note's;
¡Oaa! Por si les quedó dudas aquí va la parte del "epílogo", el final se puede resumir en que nuestros protagonistas van a darse la oportunidad de poder salir, sin importar las etiquetas sociales de la época.
