como un ángel.

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Lionel cerró los ojos y gritó dolorido cuando su espalda fue golpeada con fuerza contra la pared. Un cuerpo más grande lo acorraló, y con miedo, abrió los ojos, enfocando su visión; pudo distinguir el rostro de un hombre en la oscuridad mirándolo con ojos lujuriosos, y su sangre se heló al sentir que las manos callosas se movían debajo de su camiseta.

—¡N-no, soltame! ¡Ayu-...!

El hombre le cubrió la boca con una mano, silenciando sus gritos y hundió la cara en el pálido cuello, llenándolo de besos mientras su otra mano tocaba con brusquedad cada centímetro de piel a su alcance.

El cuerpo de Lionel se tensó, gruesas lágrimas se derramaron de sus ojos y sintió unas inmensas ganas de vomitar.

Todo había sucedido muy rápido .

Salió del trabajo más tarde de lo habitual, caminaba por la calle de regreso a casa y al dar vuelta en la esquina, un par de manos lo sujetaron con fuerza, arrastrándolo a un callejón.

Intentó forcejear, pero fue inútil. Era tan pequeño y tan débil que no podía hacer nada en contra de este hombre. No podía apartarlo, no podía gritar, todo lo que podía hacer era cerrar los ojos y llorar mientras era violado en este sucio lugar a mitad de la noche.

Una mano bajó a su entrepierna y el miedo casi lo hace desmayarse, aunque tal vez, eso sería lo mejor. Cuando despertara no recordaría nada y podría fingir que fue una horrible pesadilla.

Deseaba con todas sus fuerzas que lo fuera.

Escuchó el sonido de su cremallera siendo abierta y de pronto, las caricias se detuvieron. Su cuerpo fue liberado, cayendo de rodillas al suelo mojado y se abrazó a sí mismo mientras sollozaba desconsolado, pero un golpe seco lo hizo mirar hacia el frente.

El hombre estaba siendo golpeado por otra persona, alguien más alto y fuerte que parecía no tener piedad. Sus golpes estaban cargados de odio, y por un momento, pensó que lo mataría.

Tras recibir un fuerte golpe en el estómago, su agresor quedó tendido en el suelo, con el rostro ensangrentado y lleno de moretones.

La persona volteó hacia él y por reflejó, miró hacia abajo, asustado por lo que acababa de suceder. Vio los pies acercándose a paso lento, estaban cubiertos por un par de zapatos de cuero negros y las suelas resonaban contra el suelo mojado, deteniéndose frente a él.

—¿Estás bien? —preguntó. Su voz era estoica y profunda, pero había un deje de ternura en ella que no podía entender.

Lionel alzó la mirada, encontrando un par de ojos marrones mirándolo con compasión. El hombre estaba vestido con un elegante traje negro que hacía juego con sus zapatos, tenía el cabello rizado y sus facciones dejaban claro que era alguien mayor.

Lo vio meter una mano en su saco, y por instinto, se encogió en su lugar, mirándolo con miedo. El hombre arrugó las cejas con tristeza y sacó un pañuelo, extendiéndolo hacia él.

—Tranquilo, no te haré daño —dijo, hincándose hasta quedar a su altura. —No soy como él.

Lionel permaneció inmóvil, sin saber cómo debía reaccionar. Estaba asustado, pero este hombre lo había salvado y estaba agradecido por eso.

Acercó su mano con cautela y aceptó el pañuelo, apretándolo con fuerza. Cerró los ojos de nuevo, dejando que las lágrimas contenidas se derramaran. Aún podía sentir las manos del hombre sobre su cuerpo y los sucios labios en su cuello; recordarlo era desagradable, lo hacía sentir sucio y vulnerable. Usó el pañuelo para limpiarse la cara, secando sus lágrimas y nariz en medio de tenues sollozos.

Como un Ángel || Ochoa x Messi [One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora