━ ❛ 12 ❜

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Unos días pasaron, luego pasaron unas semanas, y Samantha no apareció en ese tiempo. Abril empezó a preocuparse realmente porque esta nunca desaparecía por mucho tiempo de su vista, más cuando la rubia prácticamente vivía en su casa. Incluso había llamado a la encantadora madre de la más alta, preguntándole si estaba ahí o efectivamente, la estaba ignorando completamente.

Su corazón se contrajo un poco con ese punto, quizás ella se había dado cuenta de que todo lo que pasaron juntas era solo un error, que quizás todo lo que sentía era una confusión y nada más que aquello. Las ganas de vomitar vinieron todas juntas al pensar en eso, se sentó en el amplio sillón abrazándose a sí misma. No, no, Samantha no era así. ¿O si?

Ella no podía simplemente irse. 

Sus manos empezaron a temblar y sus ojos se cristalizaron, ella de verdad la quería de la misma forma. 

La lluvia llegó como si supiera lo triste que estaba la castaña en aquel momento, las gotas golpeteaban con constancia la ventana que daba hacia el balcón de Ari, quien intentó respirar más tranquilamente, pero solo lo logró de forma entrecortada y con un peso en su pecho al hacerlo que solo la dejó más intranquila. 

Pero entonces, como si de un rayo que aparece en el cielo se tratase, tocaron su puerta. Pestañeó un par de veces antes de levantarse y quitar todo rastro de lágrimas que había en sus mejillas. Cuando por fin llegó a la puerta su corazón casi se detiene, ¿Sería ella?

Al abrir, sus ojos escanearon desde los pies hasta arriba, para que al mirar al frente, finalmente se encontrara a Samantha con tulipanes en una mano y un pollito de peluche entre la otra. 

Las expresiones en el rostro de Abril pasaron rápidamente, primero su mentón tembló en señal de llanto, sus ojos volvieron a cristalizarse y esto alteró a Samantha. — Abi, bebé, ¿Estás bien? — Samantha dejó todo en el mueble de zapatos y rápidamente se aproximó a la castaña, tomando sus mejillas. — ¿Abril? — La nombrada levantó la mirada con las cejas fruncidas, un puchero por retenerse a no soltar un quejido al llorar en sus labios. Al ver el rostro de Samantha, solo se enojó y la golpeó en el pecho. — Pedazo — un golpe. — de — otro golpe. — Idiota. — Otro más.

Samantha se sorprendió, pero lo aceptó. Sabía el por qué se encontraría así su bebé, por eso ella misma había decidido ir a disculparse y rogarle que la aceptara, porque ella sabía que Abril siempre sería demasiado para ella, porque quiere darle todo aún si está fuera de su alcance, y ahora mismo agradece los golpes que le da porque los merece, y muchos más. Si pudiera golpearse a sí misma por haberla hecho llorar y dudar como la mayor seguro había creído.

— Te odio. — La voz nasal de Ari fue oída atentamente mientras era abrazada con Samantha, quien asentía a cada regaño. 

— Yo te amo, más de lo que puedes imaginar, ¿Sabes?... Si me tomé todo este tiempo solo sin verte, sin poder tomar tus manos, sin poder sentir tu aroma o ver tu rostro, fue porque quería confirmarlo. —

Abril dejó de llorar casi automáticamente y escuchó atentamente mientras abrazaba a Samantha por el cuello. — Perdón por no poder decirlo antes, por preocuparte tanto y por hacerte esperar aún más. Porque aún si en otra vida salvé a mi país o al mundo entero, no creo que me pudieran dar un regalo más enorme que poder tenerte en esta. Porque por fin entendí muchas cosas a mi alrededor, al no verte; no puedo pensar en verte con otra persona que no sea yo, porque me descoloca, porque cuando te escucho reír creo haber escuchado la melodía más hermosa de la vida, y no puedo creer cuanto tiempo me negué a aceptarlo y ser feliz por algo tan idiota como un prejuicio, por cómo me mira la gente, qué diría; al diablo con la gente, mientras te tenga a ti, ¿Por qué debería dudar? —

Abril soltó a Samantha para que ambas se vieran de frente, sus ojos llenos de ilusión brillaban como un cielo lleno de estrellas. Tomó las manos de una avergonzada Samantha y la miró curiosa, necesitaba que lo dijera. — Me gustas, Abril Garza. ¿Podrías salir conmigo? —

No se necesitó pensar de más, fue entonces que Abril tomó el rostro de Samantha y por fin la besó, con sus sentimientos a flor de piel, con ilusiones y promesas interminables para un futuro entre ambas. Se unieron en un beso, donde Samantha pasó sus manos a la cintura de Abril y esta la sostenía de la nuca, donde la lluvia era su única acompañante y testigo. Se separaron solo por la falta de oxígeno para mirarse una vez más. — Lo tomaré como un sí... —

Abril rió leve y dejó otro pequeño beso en los labios ajenos. — Es más que obvio que fue un sí, babosa. — Esta vez Samantha rió, contagiada por la risa de Ari, que la dejó embobada una vez más.

— Te amo. — Ari sonrió y unas pequeñas lágrimas se deslizaron por sus mejillas. Samantha las secó de inmediato. — No llores, por favor... — Sammy la miró preocupada, mientras daba leves caricias en sus mejillas. 

— Es solo que... Realmente estoy muy feliz. —


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¡! 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 ─ ❛ 𝐍𝐎 𝐇𝐎𝐌𝐎. ❜Where stories live. Discover now