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Samantha dormía, era una tarde lluviosa y tranquila, pobre del que estuviera en las calles; de verdad se empaparía completamente si no era precavido.
Y bueno, no muy lejos de allí es donde se encontraba la castaña corriendo hasta la tienda de conveniencia para poder, al menos, comprar un paraguas y luego ir hasta su hogar. Sí, tampoco la suerte estaba de su lado pues entonces se dio cuenta que había dejado su cartera en casa.
Miró la hora en la pantalla de su celular, quizás Sammy se encontraba despierta y, además, solo serían unos minutos de su tiempo. . . Se debatió bastante antes de buscar el contacto de la rubia y llamarla. Uno... Dos... Al tercer pitido del aparato, se escuchó la voz ronca de la rubia.
— ¿Qué? — La voz enojada de la rubia la asustó un poco, sabía que podría ser así, pero no pensaba que estaría tan molesta al despertarla. — Habla de una puta vez.
— Está... Lloviendo a cántaros afuera... y- —
Samantha la cortó de una vez, sin dejarla terminar. — Y siempre llevas paraguas, de qué demonios te preocupas.
— Samantha. — Sí, Abril había empezado a contar hasta el 1.000 en su mente. — Yo no lo traje esta vez, ¿Okay? ¿Podrías traerme uno de tu casa?... Estoy en la tienda de conveniencia cercana, no te tardarás mucho y- —
— No. —
La rubia le cortó, jodida mierda. Abril miró su celular enfurecida, quiso llorar; solo le pidió un paraguas, ella sabía que Samantha no vivía lejos, e incluso que no estaba haciendo nada.
Eso dolió.
Rió de forma amarga antes de guardar su celular y salir de la tienda a correr para poder llegar a su hogar, aunque quedara totalmente empapada.
''Samantha no sabía lo que le esperaba.''
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