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Cellbit no sabía cómo actuar al respecto.

Después de una serie de preguntas en la comisaría del pueblo vecino, todos los implicados habían decidido qué se trataba de un malentendido por ambas partes.

Forever y Mike no querían relacionarse en lo absoluto con la Guardia Real, por lo que enseguida aceptaron las disculpas y el monto económico de "compensación"

Pero Cellbit era otra historia, él quería escuchar -o leer- una disculpas más extensas para su hijo por parte del otro niño.

"Ya le pedí perdón al gordo de tu hijo"

–¡Ey Bobby!–El castaño, que por cierto había descubierto que se llamaba Roier, le dio un manotazo suave al niño. -Ya te dije que debes respetar a tus mayores.

El niño frunció el ceño y se fue corriendo por el pequeño recinto hasta llegar con su madre.

–Escuchame "Roier", únicamente voy a dejar pasar el comportamiento de tu hijo porque se nota que ni tú puedes con él. -Mencionó con un tono burlón.

–Le ruego nuevamente disculpas Sir. Cellbit ¿o prefiere que lo llamen caballero?

–Cellbit a secas está bien, y realmente prefiero que dejaras de hablar como un anciano si eres menor que yo.

Roier rió apenado.

–Me crié en iglesias y monasterios, supongo que a eso se debe mi manera de hablar.

Habían transcurrido al menos 15 minutos desde que Roier, Cellbit y hasta hace poco Bobby estaban solos en la sala de espera.

Ambos ya más tranquilos eran más conscientes respecto al otro.

Cellbit notó el cabello revoltoso del castaño, medio recogido gracias a una bandana azul. Su vestimenta no era llamativa pero se encontraba en buen estado, una camiseta blanca de algodón, pantalones de lona y botas de cuero, parecía que estaba en labores de campo antes del incidente.

Por otro lado, Roier se sentía culpable de pensar que el hombre que había amenazado a su hijo le parecía atractivo.

–Bueno Cellbit, en todo caso si me permites mencionarlo– Roier se balanceo en su lugar nervioso– Creo que nuestros hijos se pueden volver buenos amigos.

Expectante Cellbit alzó una ceja.

–Solo porque eres creyente no significa que debas hacer obras de caridad a todos los pobres.

–¿Perdona?

Roier miró confundido al contrario.

–Escuchame guapito, sé que tú y tu esposa viven en el lado bueno del muro y que probablemente tengan un hogar acogedor y vayan a misa todos los domingos, pero nosotros no tenemos tiempo para jugar a la casita.

Roier abrió la boca con indignación.

–¡Jaiden y yo no estamos casados!

–¿Entonces estás soltero?

Roier asintió rápidamente.

–¿Pa?

Del susto ambos chicos se tensaron en su lugar, encontrando la mirada atenta de Bobby y Richas.

Roier miró emocionado a su hijo.

–¡Tu hijo acaba de hablar! ¿¡No habías dicho que era mudo?!

–¡Puedo hablar pero...! –Y entonces el pequeño escupió fuego de la nada, como si se tratara de una tos de perro. –¡Es horroroso!

Richas tomó la mano de Bobby emocionado.

Revolución | Guapoduo (Hiatus Temporal) Where stories live. Discover now