Jess soltó una maldición al escuchar los chillidos histéricos de su gemela, Alisa. Estaba trabajando en una maqueta sobre una central nuclear y como afectaba esta al entorno a su alrededor, cuando sus gritos habían provocado que los árboles que tanto tiempo le había costado crear, acabasen aplastados.

—¡Maldita sea! —gruñó entre dientes—. No grites —le pidió a su hermana—, o al menos cierra la puerta de tu habitación.

Cuan sorprendida se vio Jess al ver a Alisa en su estancia. A pesar de ser gemelas y ser muy parecidas físicamente, no lo eran en carácter, pues podría decirse que eran como el día y la noche.

—¡Me ha venido la regla! —añadió Alisa, abatida, tomando asiento a los pies de la cama.

—Pues como todos los meses, ni que fuera la primera vez que la tienes —protestó Jess, intentando arreglar los destrozados árboles.

—Tú no lo entiendes. ¡Mañana tengo examen de Educación Física y me pongo malísima los primeros días! No puedo faltar, ya me he saltado muchas veces la clase y si no voy y apruebo, no podré ir al baile de fin de curso, es el castigo que me impondrá la profesora y si vuelvo con otro suspenso, mamá y papá me quitarán el móvil, la tablet, ¡todo!

Jess no podía imaginar a Alisa sin un dispositivo electrónico en su mano, mucho menos el móvil, ya que Alisa era influencer y quería ser profesional y al parecer no iba por mal camino, ya que algunas marcas de ropa y cosméticos estaban contactando con ella.

—Solo di la verdad. La profesora lo entenderá y repetirás el examen en unos días.

—¡No puedo hacerlo! —murmuró cabizbaja.

Hasta el momento Jess le había dado la espalda a Alisa, pero ahora giró la silla para estar frente a frente. Estaba cabizbaja y el cabello largo y rubio tono trigo le cubría la cara.

—¿Por qué? —preguntó sin demora.

—La semana pasada no me apetecía correr toda una hora y le dije que estaba con la regla y me dolía mucho la tripa.

Jess se levantó, tomó asiento junto a ella y alcanzó su mano.

—Mañana no tienes por qué encontrarte mal, no siempre te pasa.

—¡Suspenderé, Jess, suspenderé! Tienes que ayudarme, por favor, ayúdame. ¡Pásate por mí y haz el examen!

—¿¡Qué!? Ni de coña. Me han concedido una beca para ir a estudiar el curso que viene a Nueva York, no puedo tener ningún descuido o deberé encontrar una manera de pagar la matrícula. Además, vale que seamos gemelas, pero somos muy diferentes.

A diferencia de Alisa, que lucía una cuidada melena larga con algunos mechones en tonos más claros y un ligero flequillo, el peinado de Jess era diferente, pues ella lucía media melena, con algunos cabellos más cortos en los extremos y su tono, aunque también rubio, tenía tonalidades cobrizas, ya que a diferencia de Alisa, no había aclarado su cabello. Finas cejas coronaban su intensa mirada de un verdoso oscuro, seguido de una fina nariz y pequeños labios. Alisa siempre iba maquillada, por lo que parecía tener más edad, mientras Jess solo solía dar color a sus mejillas y labios.

—Pero por una hora podremos engañarlos. Mañana las dos llevaremos el pelo recogido, te haré el mismo moño que yo, así no nos confundirán, me vestiré con ropa de tu estilo.

—¡Las uñas, Ali! —dijo Jess, mirando la manicura de su hermana. No hacía ni tres días que presumía de largas uñas de un intenso azul, las cuales había logrado pagarse gracias a unas fotos que había realizado para una marca de ropa—. ¿Qué hacemos con ellas? Además, esto es absurdo, no lo voy a hacer. Acepta tus consecuencias. Ve a clase, intenta hacerla y si no puedes, di la verdad.

Amor en la MentiraWhere stories live. Discover now