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Ya están todos. Han inaugurado oficialmente el tercer aniversario de muchas cosas a la vez. Que se conocen. Que Marina les dejó. Que empezaron una nueva vida. Contra todo pronóstico y a pesar de lo diferentes que son entre ellos, es el tercer año que todos cumplen con la cita. Violeta, Carol, Sara, Hakim, Diego, Ian, Félix e incluso Charly. Todos se han congregado alrededor de una mesa de centro del salón de Violeta para ponerse al día y beber en casa antes de salir, porque salvo una de ellas, el resto no tiene economía suficiente como para comprarse la bebida dentro del local al que les han colocado en la lista.

—Yo nunca maté a mi hermana.

—Joder. Ya estamos. Qué poco originales sois. —Sara bebe el contenido de su vaso de chupito de un trago, mientras Carol se ríe. Nunca se cansará de hacerle la misma broma. Hasta que deje de doler—. Matas un gato a una vez y ya te llaman matagatos.

La primera vez que salió la broma en el juego del «Yo nunca», Diego se alertó. Incluso le dio un principio de ataque de ansiedad. Dejaron de jugar porque no paraba de hacer preguntas sobre el tema. El resto del grupo se lo tomó como que le parecía algo grave que Sara hubiera asesinado a Marina, así que intentaron razonar con él explicándole lo complicada que fue la situación para todos. Se habían prometido no juzgar nada de lo que habían hecho durante «el incidente». Lo que no sabían es que no era eso lo que le preocupaba a Diego.

A Diego lo que más le preocupaba era pensar que obligó a Sara a irse porque estaba seguro de que Marina ya había muerto. Si Sara la encontró viva más adelante y «tuvo que matarla» significaba que la culpa recaía sobre él, por no haber intentado hasta el final ayudarla. No se lo explicaría a nadie, por lo que siempre fingía como los demás y se reía como los demás. Para honrar la ausencia de Marina.

Puede que por eso Diego y Sara solo durmieran bien cuando descansaban juntos. Porque compartían pecado. Porque en el silencio, se sentían comprendidos. Porque, aunque nunca lo habían hablado, no lo necesitaban. Lo imaginaban y no querían enfrentarse nunca más a ese pasado en otro sitio que no fueran sus pesadillas. Cuando dormían juntos, no pensaban en ello. No compartían pesadillas. Estaban tranquilos. Asumían la culpa e intentaban seguir viviendo.

—Yo nunca he pensado que Eugenio Morales tiene razón. —El turno de Ian.

Silencio. Félix bebe. Todos le miran, horrorizados.

—¡No seáis hipócritas! Seguro que alguna vez ha dicho algo con sentido y no nos acordamos.

—Ni de coña. —Sara se cruza de brazos—. Seguro que hasta piensa que la Tierra es plana.

—Bueno, visto así... —Hakim recapacita—. Dice tantas cosas a lo largo del día que con alguna tiene que llevar razón. ¡Aunque sea que el cielo es azul!

—¿Os acordáis de lo de que fuéramos a la sierra? Ese plan tenía todo el sentido, en realidad. —Charly da una calada al cigarro. Violeta nunca ha tenido valor para pedirle que no fume dentro de casa, aunque luego su madre se queje del olor.

—De hecho, le hicimos caso. —Hakim asiente, recordándolo, después de terminar el contenido de su vaso de chupito.

—Técnicamente nunca supimos si tenía o no razón, porque no llegamos. —Sara saca la puntilla.

—Bueno, apelamos a la conciencia de cada uno. Que beba quien quiera y el resto que se ocupe el karma. —Félix resuelve el problema y da paso al siguiente turno.

—Yo nunca... —Violeta levanta su vaso menos lleno que el del resto, preparada para beber— he llorado mientras jugaba al Animal Crossing. —Bebe a sorbitos y con los ojos cerrados. Abre uno para observar al resto, que están inmóviles, en un intento de no reírse o hacer muecas de extraño. Ya conocen lo suficiente a Violeta como para saber qué hacer y qué no delante de ella—. ¿Qué? ¿Es que vosotros no lloráis nunca o qué?

Yo nunca (extra de EVDLZ)Where stories live. Discover now