Extra: 12 de julio.

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—Recemos para que salgan tranquilos y no como nosotros.

—Son nuestros hijos, Cami. Podrán salir lo que sea, menos tranquilos.

—Buen punto. —Finaliza.

Seguimos platicando hasta que el calor se hace presente y decidimos entrar a la alberca con los niños. Max, mi suegro y Adam prefieren quedarse afuera. Max no es mucho de platicar y Timothee y Adam están muy entretenidos charlando, así que prefirieron quedarse fuera también.

Mi suegra se acerca a mí con Aitara en brazos que se pone loca cada que ve a su abuela. Ella ama que tienen el pelo del mismo color, es como si sintiera que es su vínculo personal, mientras que Zaid es mas de los míos, más de Olive o de mi mamá.

—Mami. —Musita mi hija con una sonrisa.

Su abuela es quien la abraza porque ella detesta abrazar, desde hace un año descubrimos que, en definitiva, detesta que la abracen. Solo permite que su papá, Zaid o yo la abracemos y por más que parezca extraño, Matteo entra en este pequeño círculo.

—Mi amor —digo, abriendo mis brazos para recibirla y a mi si me enrosca los brazos al cuello.

—Esta pequeña zanahoria se me robo todo el color de pelo. —La molesta su abuela y ella se carcajea—. En unos años mi cabello será todo blanco y ella tendrá mi color.

—Esta pequeña tormentita pelirroja seguirá el legado —digo, siguiéndole la broma.

—Así es.

Pasamos toda la tarde entre risas, anécdotas y antes de que se ponga la noche cantamos cumpleaños, pero antes de eso Theo y yo decimos unas palabras dedicada a nuestros hijos, que probablemente no entiendan, pero su tía tiene complejo de camarógrafa y graba todo para mostrarles en un futuro.

—Una madrugada hace exactamente dos años, Madison Maxwell deicidio que era buena idea hacerme una broma de que iba a dar a luz —debo fruncir los labios para aguantar la risa—, y el karma la castigó porque exactamente cinco minutos después rompió fuente y sí iba a dar a luz.

Todos se ríen y no me contengo haciéndolo también. Theo tiene a Aitara en brazos que lo escucha muy atento como si entendiera cada palabra, mientras que Zaid está en los míos y también le pone atención.

—En ese momento sentí que se me paralizo todo, y salimos corriendo al hospital. Fueron muchas horas donde le juré veinte veces a Madison que jamás tendríamos más hijos porque veía que dolía, hasta ahora he cumplido la promesa. —Dice con una risa y continua—. Pero definitivamente no me arrepiento ni un momento de haber creado a estos dos terremotos, son mi vida entera. No sabía que uno podría tener su corazón fuera del cuerpo hasta que estos dos loquillos nacieron.

Ellos se ríen mirándose y no sé si en serio con dos años están comprendiendo las palabras de su papá.

—En fin, estos han sido mis dos mejores años, y sé que apenas son una probadita porque mientras ellos estén a mi lado, seguros, felices, tranquilos y saludables, yo seré feliz. Y ya porque tanta cursilería me va a hacer vomitar, pero solo finalizo en que amo a este par de guapos como su papá.

Lo miro mal.

—Y como su mamá, obvio.

—Bueno, sigo. —Tomo aire e inicio—. Todos aquí sabemos lo que yo pasé hace dos años, el tormento que fueron esos días de secuestro, y creí que no iba a poder salir de ahí, pero con ayuda de cada uno de los presentes, lo hice. Y aunque no lo crean, la peor parte vino luego, pesadillas, no poder dormir, ataques de pánico y ansiedad, llorar hasta quedarme sin voz.

Nuestro.Where stories live. Discover now