Le gustaba hacerlo, le traía una sensación extrañamente melancolíca; además le ayudaba a estar bien.

Le hacía pensar en que era la única cosa que lo mantenía aún con vida.

Lo quería más que a nada en el mundo.

Una pequeña risita salió de los labios del pelinegro, y después de unos segundos Aizetsu abrió los ojos para enderezarse un poco, solo así empezó a rebuscar entre su pequeño bolso de mano color azul cielo una de las tantas cosas que tenía: el pizarrón de Kyojuro. Lo extendió para mostrarlo, y después, soltó un pequeño suspiro mientras lo dejaba sobre la cama.

Tres semanas y Kyojuro seguía sin comunicarse de ninguna forma.

Recordó cuando Yoriichi le había marcado hace dos días, en el cuál estaba bastante alterado diciendo lo irresponsable que era Akaza y el como era poco profesional de su parte dejar a uno de sus pacientes en manos de una persona con ataques de ira. Por inercia bajo su mirada a las manos vendadas de Kyojuro, después, miró a su cuello, y piernas por igual vendadas. En su rostro, ahora habían gasas y curitas.

Las palabras del Alfa resonaron en su cabeza como si de un disco se tratara.

«Dios, Ai... Fue tan horrible, me alarmé porque tenía varias llamadas perdidas de Akaza y le regrese las llamadas pero no respondió. Pensé que algo malo había pasado así que busque su dirección en su antiguo expediente y cuando fui, yo... Es que ni siquiera se cómo decirtelo, Akaza estaba a nada de apuñarlarse una pierna, y Kyo... Kyojuro...»

Sintió las manos del rubio empezar a acariciar sus manos y el sonido de un dulce ronroneo le hizo regresar el gesto con una débil sonrisa.

No quería admitirlo, pero realmente se había encariñado mucho con Kyojuro.

— Kyo... — Susurró, mirando al pizarrón — Eres muy fuerte, quiero que sepas eso, también quiero que sepas que... Nos haría muy feliz no solo a mi, sino también a Yoriichi y a Akaza si algún día decides intentar comunicarte con nosotros, cualquier cosa... Quizá, como te sientes, o un "Si" o un "no", ¿Entiendes a lo que quiero llegar, verdad? Deberías... Quizá intentarlo. Nadie volverá a hacerte daño jamás.

«Y Kyojuro parecía que quería arrancarse su propia piel con sus uñas»

De nuevo, no sé sorprendió cuando no hubo respuesta.

De hecho no esperó ninguna.

[ . . . ]

Koyuki no era una mujer que se metiera en problemas que no la incluían, mucho menos se consideraba una persona chismosa. Solo le gustaba ayudar a las demás personas, en especial a las que quería.

Y ella quería muchísimo a su cuñado.

Así que por eso estaba ahí ahora, acariciando los cabellos de Akaza mientras esté estaba recostado en su regazo tallandose los ojos.

— Me hacen sentir como si no estuviera haciendo nada por él — le escucho decir, y seguido de eso, dejo al descubierto sus ojos hinchados.

Koyuki mordió sus labios pensando en que decir. Ahora estaban en la mansión del pelirrosa, olía a esmalte de pintura por doquier, a aromatizantes, y a nuevo, la razón era simple, Akaza estaba remodelando la casa por dentro porque la mayoría de cosas estaban destruídas, no solo la cocina sino también casi toda la sala estaba hecha pedazos; además quería que el rubio se sintiera cómodo cuando regresara. Hakuji ahora estaba afuera de la mansión haciendo quien sabe que cosa, Akaza no quería que su hermano lo viera llorar; no porque no confiara en el, sino porque no quería arriesgarse a que su hermano le dijera a Keizo sobre que se encariño con Kyojuro y que no lo está ocupando para "su uso", lo cual terminaría muy posiblemente en que le quitarían al Omega y le dieran otro para que sí lo utilizara.

"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| Omegaverse.Where stories live. Discover now