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Pero todo lo bueno siempre llega a su fin.

Eso lo supo Akaza en cuanto, después de un largo día de ver películas, comer, tomar jugos, e incluso de escuchar música y prestarse los audífonos; ahora Kyojuro estaba rascandose de manera sumamente violenta los brazos.

Estaban en el patio, estaban acostados en el suelo mirando la noche. No había ruido, no había nada más allá de la respiración de los dos y uno que otro comentario de Akaza que soltaba de la nada, como «Ohh, te voy a contar cuando conocí a Douma», «¿Recuerdas los cócteles que daban en mi fiesta?, No los tomes, casi muero asfixiado por uno», «Tengo hambre, ¿Tienes hambre?, Bueno...», «¿Quieres que te compre una mascota?»

Si, estaba más social de lo usual. Pero nadie podía culparlo, fue su primer "acercamiento" con Kyojuro. Un acercamiento en donde el ajeno no le miró con miedo, o con pavor. Un acercamiento en donde Kyojuro actuó por cuenta propia sin tener que ordenarlo a hacer algo, o que no tenga que ver con la limpieza.

Era la primera vez que no se tensaba cuando tomaba su mano.

Pero ahora, no quedaba ni rastro de eso.

Akaza estaba quieto, sin tener ni la mínima idea de que hacer.

Kyojuro se estaba rascando con tanta fuerza su piel, que empezó a sangrar y empezó a despellejarse la piel de sus brazos y piernas mientras lloraba de manera desesperada, susurrando que estaba sucio.

De haber sabido que estar encima de la tierra en el pasto le afectaría tanto. Definitivamente nunca le hubiera propuesto salir a ver las estrellas.

Solo cuando el rubio empezo a ahogarse y a emitir arcadas, fue cuando reaccionó.

Y de inmediato supo que tenía que pedir ayuda en cuanto antes.

Y no había mejor hombre en la tierra con experiencia profesional en psicología, psiquiatria, y en traumas psicológicos que la persona que lo atendió hace años para controlar sus ataques de ira y carácter excesivamente hostil.

Yoriichi.

"THE MURDER OF ME." |⚠ +18| Omegaverse.Where stories live. Discover now