—O, ¿no tienes frío? —inquirió Eleanor al rozar su brazo con el suyo—. Tienes la piel helada. ¿Por qué no vas por una campera?

—De acuerdo. ¿Puedes pedirme otra porción?

Eleanor sonrió de lado ante su pedido. Era la segunda vez que Octavia pedía más comida y le alegraba no tener que renunciar a una porción de alimento para poder darle. Era una agradable sensación.

—Apúrate o lo comeré yo.

—Lo haces y te prometo que no te hablaré más.

Mientras se ponía en pie, Octavia recogió otra piedra y se la lanzó a Carl. Pero el niño volvía a estar atento y la esquivó una vez más. Octavia le sacó la lengua antes de correr con algo de dificultad a su tienda. Carol vendó sus rodillas para detener el sangrado y el resultado fue restringir levemente su movilidad. Odiaba la sensación y se propuso quitarse las vendas ni bien se despertara el día siguiente. Así no podía trepar árboles.

Recordando de pronto el sentimiento de un posible peligro que la había estado persiguiendo todo el día, Octavia tomó su cuchillo de caza luego de colocarse un buzo, sin subir el cierre. Se encontraba dentro de la funda en que su padre se lo había regalado y estaba segura que su madre no tendría problema conque lo llevara si era de manera segura. Y sino siempre podía mentir y decir que su padre dejaba que lo tuviera consigo. Sin duda provocaría problemas entre sus padres, pero a decir verdad siempre había problemas entre ellos últimamente.

Sin embargo, mientras cerraba el cierre de la carpa para que no entraran bichos y le daba la espalda al campamento, un grito desgarrador cortó el silencio de la noche como un cuchillo afilado. Fue seguido por más gritos de sorpresa y el inconfundible gemido de los cadaveres que caminaban. Aquellos monstruos que últimamente plagaban todos sus pensamientos y le hacían temblar en la oscuridad de la noche.

Al darse cuenta que el peligro que sentía acercarse por fin la había alcanzado, Octavia giró sobre sus talones con su cuchillo en una mano que temblaba tanto como una hoja. No solo estaba sola, sino alejada del resto. Y la zona de carpas comenzaba a plagarse de los monstruos.

Intento escabullirse, pero un infectado se tambaleó en su camino hacia ella, con sus ojos tan opacos y sus manos en garras que aún contenían trozos de piel de su última víctima. La sangre fresca chorreaba por su mentón, boca de dientes igual de amarillentos y rojizos completamente abierta.

—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Papá!

Pero por mucho que gritara dudaba que alguien fuera capaz de oírla. Los infectados habían aparecido entre los arbustos de imprevisto y ante la histeria masiva el sonido de su voz se perdía con el del resto de los campistas.

Octavia Jane Dixon estaba completamente sola. Y esta vez no creía que su madre o su padre fueran capaces de ayudarla.

Por desgracia el infectado era alto y, aunque saltara, su corto brazo no sería capaz de alcanzar su cabeza con el cuchillo, y había pasado tanto tiempo paralizada frente a él que ya no estaba segura de poder escapar. Sin embargo, intentó correr hacia la izquierda, lejos de él y hacia las luces que se veían cerca de la RV, pero las manos del infectado la atraparon. Soltó un grito de completo terror que rasgó su garganta mientras giraba para quedar frente al infectado. Apoyó sus manos contra su pecho para empujarlo, pero sus fuerzas eran superiores.

—¡Mamá! ¡Mamá!

Pero nadie aparecía para salvarla sin importar cuanto gritaba y cada vez olía con más intensidad el aliento a podredumbre y sangre. La mezcla perfecta de la muerte. Las lágrimas volvían acuosa su visión y el infectado solo era una mancha borrosa que se acercaba más y más. Retrocedió un paso para alejarse mientras volvía a gritar por ayuda, pero se dobló el tobillo y cayó sobre su espalda. 

decay ━━ daryl dixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora