—Ha llegado el momento de contar la verdad, y si no lo hago hoy no estoy segura de que tenga mañana el valor de hacerlo.

—¿Te refieres a contarles a todos la verdad?

—Sí, ya es hora, así que conduce.

Él empieza a manejar y pasamos todo el camino en silencio hasta que llegamos a casa de mi padre.

—Me alegra que todo haya salido bien con Izan —menciona cuando ambos estamos cerca de la puerta.

—A mí también.

En ese momento abren la puerta, Fred nos mira con curiosidad.

—¿Tú fuiste quien llamó a Frank y quien lo hizo irse a estas horas?

—Sí, ¿por? —Frank mira a Fred como tratando de decir algo.

—¿No te lo ha contado? —sonríe con maldad.

—No es nada, déjanos pasar, Rebe tiene que hacer algo importante —cambia la conversación, yo lo miro con curiosidad, está raro, más de lo normal.

Algo está pasando.

Frank aparta a Fred para que nos deje pasar, entro a casa y observo a mis otros dos hermanos y a mi padre en el sofá viendo la televisión.

Llego hasta ellos los saludo y cuando me preguntan cuál es la razón de que haya venido a esta hora les digo que se los contaré en algunos minutos.

Subo las escaleras y llego a la habitación que está ocupando Ada.

Toco la puerta y segundos después la abre.

Ya está con su pijama de princesa.

—¿Mami? —pregunta—, ¿no dijiste que vendrías mañana?

—Sí, pero —trago saliva—, necesito hablar contigo sobre algo.

Ella abre más la puerta y va hasta su cama donde se sienta, yo me siento a su lado.

Me miró las manos por los nervios antes de suspirar.

No se cómo se debe iniciar está conversación.

—Ada, ¿tú... por qué nunca me preguntabas sobre tu... padre? —mi voz se entrecorta.

—Porque una vez te pregunté y vi que hablar de él te ponía triste.

Cierro los ojos para calmarme.

—¿Recuerdas lo que te dije sobre él?

—Sí, que él era un hombre bueno, y que vivía en este país y creo que también dijiste que lo conociste en esta ciudad.

—Bueno, yo... tengo que decirte algo sobre él —me tranquilizo un poco antes de decir lo que diré,  bueno, trato  de tranquilizarme—, tú padre aún vive en esta ciudad y su nombre es... es...

—¿Izan? —dejo de hablar al escuchar a Ada.

—¿Tú ya lo sabías? —pregunto nerviosa, ella asiente—, ¿cómo?

—Una vez te escuche hablando con la tía Ana —no me lo creo, Ada ya sabía desde hace tiempo la verdad.

—¿Cuándo?

—No recuerdo que día, pero fue después de que hable con él en mi escuela.

Lo peor es que ni yo sé cuál conversación escuchó, he hablado casi todos los días con Ana sobre Izan.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No sé, no quería que te pusieras triste.

Me acerco a Ada para abrazarla.

Seremos felices ✔Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum