1; ృ Unravelృ [Edición]

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Quinta pesadilla consecutiva en una sola noche, cada vez era peor, de por sí demoraba horas intentando conciliar el sueño, y cuando lograba aquello su mente se nublaba, dando paso a las atemorizantes pesadillas que recurrían a él. No eran comunes, tampoco podía recordarlas una vez despertaba, pero sí sabía que eran horribles, se lo decía el vello erizado en sus brazos, y el sudor frío recorriendo su nuca.

Se llevó ambas palmas abiertas al rostro, cubriendo el mismo, los sollozos se ahogaban en su garganta, dando paso a las míseras lágrimas, la soledad de su habitación le pareció agobiante; supuso que no perdía nada pidiendo a su mejor amigo que le acompañara, no iba a negarse, tan sólo eran las dos de la madrugada de un domingo.

Marcó el número impropio y esperó pacientemente, un par de segundos después la voz de su amigo resonó en el altavoz.

-¿V? Chico, ¿Pasa algo? -La voz del mayor sonaba inusualmente despierta para la hora en que lo llamaba, mas no le dio importancia a aquello.

-Jimin... -El pelirrosa retorció la manta que le cubría entre sus dedos, sintiéndose de pronto apenado, pues estaba actuando como un niño pequeño. -Hyung, ¿Crees poder venir a casa? No puedo dormir. -Culminó, soltando un suspiro algo lastimero en un intento de convencer al adverso. Escuchó silencio al otro lado de la línea, Jimin estaba dudando.

-Está bien, espera un poco. -Puntualizó, haciendo que las comisuras de los labios del menor se alzaran en una pequeña sonrisa.

-Está bien, Jim, seré paciente.

Colgó la llamada y dejó el celular sobre la mesita de noche junto a su cama, levantándose después. El suelo se sentía frío bajo sus pies descalzos, sin embargo se mantuvo de esa forma, el frío introduciéndose en su piel le gustaba.

Decidió bajar a tomar café, seguramente Jimin no llegaría en un buen rato, por lo que creyó conveniente esperarlo abajo, durante los últimos meses su habitación pasó de ser su santuario a una especie de prisión, donde se encerraba a llorar cada vez que sentía la ya común opresión en su pecho.

Apenas había empezado a verter el agua en la taza de porcelana cuando escuchó el timbre, resonando con eco en la solitaria casa; se encaminó hacia la puerta, desperezándose en el camino para finalmente bostezar, girando el pomo.

-Hyung, no has tardado casi na... -Las palabras quedaron atascadas en sus labios al ver de quién se trataba, no era Jimin quien estaba al otro lado de la puerta, no, la mata de cabello negro con piel pálida que le sonreía tranquilo definitivamente no era su mejor amigo, sino su pequeño hermano.

-¿Kook? -Parpadeó un par de veces, confundido; ladeando la cabeza mientras intentaba encontrar una explicación razonable a la presencia del menor. -¿Qué haces aquí?

El más pequeño alzó los hombros, entrando a la casa con plena confianza. -Jim hyung dijo que no podías dormir, así que he venido a hacerte compañía mientras él está en casa de su nuevo amigo. -Respondió risueño, claro, por eso Jimin había sonado tan despierto, seguro estaba con el chico del café. Cerró la puerta cuando ambos estuvieron dentro, y señaló con la cabeza la cocina, indicándole a su improvisado compañero que fuesen ahí.

¿Gustas algo de tomar? -Cuestionó, procurando no hacer contacto visual con su contrario. Conocía a Jimin de toda la vida, por ende a su hermano pequeño también, lo había visto crecer, pasar por la pubertad, tener citas, cambiar su look, prácticamente había visto casi toda faceta del menor; casi. Y estaba malditamente enamorado de él, ni siquiera supo cuándo pasó, pero en cierto punto su corazón empezó a latir por el pequeño.

-¿Tienes chocolate? -Respondió, a lo que Taehyung asintió, buscando una taza para preparar éste. Sin siquiera pedir permiso el pelinegro se sentó de un salto en la encimera, empezando a balancear sus pies como si aún tuviese cinco años. -Hyung, ¿Estás comiendo bien? Luces muy delgado.

Hm, sí. -Mintió V, sintiendo sus mejillas calentarse ante la vil mentira, su apetito se había cerrado en cuanto llegaron las pesadillas, no recordaba la última vez que había comido.

-No es verdad. -Sentenció el menor, bajando de la encimera para colocarse detrás del más alto. -Seguro si te toco puedo sentir tus huesos. -Dicho aquello estiró la mano, apenas rozando con sus dedos los omoplatos del mayor de ambos, haciendo que derramara la taza de chocolate caliente que había estado preparando. -¡Hyung! ¿Estás bien?

Cuestionó el pequeño asustado ante tal reacción, tomando al ajeno de los hombros para girarlo, sin embargo encontró algo que no esperaba. Una mueca de puro dolor recorría el rostro impropio, los ojos de su amigo se mantenían cerrados, como si no quisiera que viese algo.

-¿V? -Preguntó con la voz temblorosa, sin embargo no le soltó. Poco a poco el mayor fue abriendo los ojos, estos estaban completamente negros, a excepción de su iris, que era de un rojo carmesí realmente intenso, moteado de tenues tonos amarillos. -¿H-Hyung?

El mayor se soltó bruscamente del agarre ajeno, trasladándose con rapidez impresionante a una de las esquinas superiores de la cocina, sí, superiores, se encontraba prácticamente sosteniéndose del techo mientras su amor platónico le observaba en estado de shock desde su lugar. Genial, eso era justamente lo que le faltaba. De forma lenta despegó sus dedos de la pared, dejándose caer suavemente al suelo.

-Jeongguk... -Susurró en un hilo de voz, bajando la cabeza a la espera de cualquier palabra hiriente, sin embargo la reacción del menor no fue la que esperaba. Tembló por dentro al sentir los delgados brazos del chico rodear su cuerpo.

-Está bien, Tae, está bien; no debes explicarme nada, está bien. -Soltó de forma entrecortada, el más alto podía sentir cómo el contrario temblaba, no sabía si de miedo o de sorpresa, en cualquier caso, estar entre sus brazos le nublaba la cabeza, como cuando las pesadillas le atacaban, sin embargo, si aquella era una pesadilla, desearía no despertar nunca, le gustaba.

-Kookie, está bien si tienes miedo. -Habló en voz baja, cerrando los ojos. La respuesta adversa fue apretarlo con mayor fuerza entre sus brazos, como si quisiera protegerlo, y así era.

-No tengo miedo hyung. -Habló el menor con la voz quebrada. Estaba llorando. -V, has tenido que pasar por todo esto tu sólo. -Alzó la cabeza, buscando la mirada del mayor con sus propios ojos, los cuales se encontraban rojos a causa de las lágrimas, definitivamente, el pequeño Kook era un sensible. -Debió ser difícil.

Ya no quería escucharlo, no quería que hablara más o acabaría llorando él también, por lo cual contra todo pronóstico del pelirrosa lo tomó de la barbilla con firmeza, juntando ambos pares de labios en un beso después de tantos años.

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