Capítulo 4: Esa Noche.

Start from the beginning
                                    

— ¿Cómo me veo? — giró feliz y cerré mi boca tragando saliva, intenté decir algo, pero me trabé. Está usando un vestido floreado rojo, sin hombros, mangas anchas, con un nudo en su pecho, su cabello castaño alborotado, ella es la representación máxima de sensualidad femenina.

— Hermosa — dije nervioso mirando su escote, se ve precioso, su cintura, todo, sentí que los latidos van a mil por hora.

— No tienes que decir nada más, por la forma en que me estás mirando me lo estás diciendo todo — tomó las flores — Gracias, están muy hermosas, me gusta mucho esta combinación de colores — sonreí asintiendo, maldita sea Arthur reacciona, aún no me sale el habla — Las dejare en mi habitación.

— Pediré el Uber mientras — carraspeé.

— ¿Iremos en uber?

— Claro, es una cita, no te llevaré en Metro — sonrío asintiendo y subió las escaleras, me llevé la mano al pecho observando su cuerpo.

Pedí el uber a uno de los locales que me gustan en la mitad de la Quinta Avenida, Catalina bajó corriendo tomando su abrigo.

— No me has saludado — asentí de forma caballerosa.

— Hola — dije de forma respetuosa y Catalina estalló en risas.

— No me refería a eso.

— Entonces no entiendo — me acomodé mis anteojos, Catalina se acercó enrollando sus manos en mi cuello, se acercó demasiado sonriendo con maldad mirando mi boca.

— Me refiero a esto — me mordió el labio y comenzó a besarme eufórica, llevé mis manos a su cintura, espero que no sienta que la quiero tocar con otras intenciones, Catalina se alejó tomando mis manos.

— Lo siento, no quería faltarte el respeto — dije rápido.

— Nooo Arthur, es todo lo contrario maldita sea, tócame, bésame, quiero que me faltes el respeto, cuando me beses quiero que tus manos estén acá — llevó mis manos a su trasero y sentí que se me fue el aire, Catalina comenzó a besarme, así que dejé de razonar, de pensar, dejé mis manos ahí sin saber como tocarla porque nunca he tocado a una mujer.
Mi teléfono vibró, la alejé de golpe.

— El Uber — dije demasiado excitado, ya no doy más, estoy sintiendo cosas que jamás había sentido y me estoy asustando, Catalina me miró algo confundida por interrumpir de forma brusca y torpe nuestro beso.

No hablamos mucho en el camino, va algo enojada, lo presiento, la miré muchas veces, pero Catalina iba mirando por la ventanilla, así que mis intentos de conversar fueron fallidos.
Nos bajamos del uber, dimos las gracias, caminamos a la entrada del local, Catalina va tomando distancia, en la entrada nos guiaron a una mesa y nos sentamos.

— Lo siento — dijo algo triste — Me enojo muy fácil, es mi gran defecto — levantó sus hombros — Y tú eres así, todo perfecto y haciendo cosas lindas y tiernas y yo soy un desastre.

— Eres un desastre muy lindo — sonrió triste y asintió.

Cenamos tranquilamente mientras hablábamos cualquier tema.

— Hace mucho que no salgo a bailar, ¿Te gustaría ir a bailar conmigo? — me acomodé los anteojos sin saber qué decir, yo no sé bailar — Adivino, tampoco sales a bailar — negué avergonzado levantando mis hombros — Tranquilo no importa, no es necesario que vayas a dejarme a casa, vives aquí en Manhattan, iré en metro — ni siquiera alcancé a decirle que no, Catalina solo se giró y se dio la vuelta, sentí un tirón dentro de mi y los ojos se me pusieron vidriosos, esta noche era la oportunidad de enamorar a la princesa de los cuentos y la desperdicié.












La Culpa Fue De Tus Ojos Where stories live. Discover now