CARTA 1

1 0 0
                                    

Mi amiga Luna;

Tus reflejos se derraman sobre mi alma mientras el resto de la noche se queda a oscuras. Tus sombras se mueven por la habitación, evocando una sensación de emociones encontradas. Me pregunto si los habitantes de la tierra pueden ver tus sombras, como yo las veo. Y me pregunto si ellos sienten el vacío que tú pareces ocultar.

Porque, mi querida Luna, tú lo sabes, ¿verdad? Sabes cuánto duele. Sabes lo que es sentir un vacío en el corazón. Y, aunque sean miles de millas la distancia entre nosotros, siento que puedo hablar contigo. En un silencio compartido, en la oscuridad de la noche, me siento segura de hablarte. Sin miedo a ser juzgada o malinterpretada.

Quiero platicarte cómo ha sido este proceso; la primera noche fue difícil. Permanecí despierta por horas, con la cabeza llena de pensamientos, dudas y preguntas. ¿Por qué sucedió esto? ¿Podríamos haberlo evitado? ¿Cuándo empezó a ir mal? ¿Hubo alguna señal que yo no vi?

Mi corazón latía con fuerza. Miraba constantemente a mi teléfono, como si fuera una fuente de esperanza, la última oportunidad. Cada vez que sonaba sentía una oleada de emoción. Mi pulso se aceleraba, mi cuerpo se tensaba, pero eran notificaciones sin importancia, ninguna que me pidiera un regreso.

Pasaron horas en las que mi mente y mi corazón se peleaban entre sí. La mente intentaba ser racional, decirme que estaba bien, que yo podía hacer esto, que no era necesario volver a hablar. Pero el corazón, el corazón, estaba enojado, en duelo, desgarrado.

Mi querida Luna, ¿por qué me abandonaste? ¿Por qué no intentaste hablar conmigo antes de que todo se derrumbara? Te veo cada noche, tan clara y hermosa. Es difícil dejar de pensar en ti, incluso en las horas más oscuras. Me he preguntado si algún día podré superarte.

Pero, el dolor me ha hecho ver algo muy importante. Me di cuenta de que yo también era parte del problema. No te daba la atención que merecías. Me encerraba en mí misma, en mi mundo. Te exigía cosas que tú no estabas listo para darme, y, al mismo tiempo, me negué a darte lo que tú necesitabas.

Yo necesitaba aprender a perdonarme a mí misma, a apreciarme y a amarme. Y, ese proceso era difícil. Pero también me di cuenta de que tú necesitabas algo. Necesitabas una persona que te escuchara, que te entendiera, que te apoyara. Pero, más que nada, necesitabas que te dejaran ser tú mismo. Necesitabas espacio y libertad.

Yo sé querida Luna, debo cerrar esta puerta. Pero, ¿cómo dejaré ir todo lo que vivimos juntos? Cómo olvidar la risa, el amor, las pequeñas cosas bonitas que hicimos? ¿Cómo dejarlo todo atrás? Quiero aferrarme a la idea de que aún hay un lado de la puerta que siempre estará abierta.

Cada noche, mientras miro tu belleza, la de tu cielo y tus estrellas, voy a escribir sobre este proceso. Voy a enfrentar las emociones, las dudas y la soledad. Voy a escribir sobre cómo siento que voy cambiando y creciendo. Y, mientras te miro, me voy a recordar que todo se puede superar.

Y como dije, me consuela saber que todo se puede superar. Me consuela saber que el ciclo de la vida es uno de transformación y crecimiento. Y que, aunque esto sea doloroso, aunque duela, hay algo de esperanza y de magia en ese proceso. Y, todo esto lo voy a escribir para mí, pero también, voy a escribir por ti, Luna.

Espero  que un día, en otro ciclo, puedas regresar. Que, cuando esté lista, seas una luz, brindándome calidez y esperanza. Que puedas seguir iluminando mis noches, y brindando a otros lo que brindaste a mí: una señal de que todo estará bien.

Sé que es un fin, pero también un nuevo comienzo. Y, si te permites, te daré las gracias por todo lo que me diste y me enseñaste. Y que, en algún lugar, hay un destino que me aguarda. Que, cuando esté lista, podremos encontrarnos otra vez.

Cartas a la LunaWhere stories live. Discover now