Introducción

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Erase una vez, en un bosque encantado, vivían un rey y una reina, David y Snow, quienes después de varias luchas contra la madrastra de la reina, Regina, también conocida como la reina malvada, lograron ganar un final feliz, llevando paz y armonía al reino, tiempo después fueron bendecidos con una niña, a la que le pusieron Emma, una pequeña de rubios cabellos como su papá y ojos verdes como su mamá.

Swan o Pequeño Cisne, un apodo que el rey le había puesto a su hija de ahora cinco años, era conocida por ser una niña traviesa, exploradora, llena de ilusión y emoción al escuchar a sus padres relatarle las diferentes batallas que pasaron con su abuela.

— Pero ella solo quería ser feliz — era una frase que decía de vez en cuando, y esa noche no era la excepción. Mientras su padre estaba sentado a los pies de la cama y su madre recostada a un lado de ella, sintiendo las leves caricias que su princesa le daba a su vientre hinchado.

El rey suspiró resignado. — Una persona que quiere ser feliz no hace las cosas que ella hizo, Swan.

La pequeña se sentó rápido y volteando a ver a la reina dijo; — Mami, te quiero mucho, pero si no hubieras dicho el secreto de la abuela Regina ella no hubiera sido mala.

Snow sonrió con tristeza, su hija aun no entendía la razón por la que había revelado aquel secreto que se le había confiado, y aunque sus intención eran buenas, nunca debió haber traicionado esa confianza.

— Ella no es tu abuela, Emma — susurró David.

— Es la única que esta viva — murmuró con su mirada baja.

El corazón de ambos padres se encogió.

— Es hora de dormir, cariño, tu papá te llevará a montar mañana, ¿sí?

David la miró con confusión.

— ¿Lo haré?

— Lo harás, Charming.

Ambos arroparon nuevamente a su hija, dando un beso de buenas noches se despidieron. Una vez fuera de la habitación David, miró a su esposa desaprobaroriamente.

— Tengo una reunión mañana con los enanos y las hadas, Snow — susurró.

Ella lo miró divertida. — En ese caso, tu esposa, quien por cierto esta embarazada, tendrá que llevar a tu hija a cabalgar.

El rubio exhaló. — No uses a nuestro hijo como carta — sonrió, tomando su rostro entre sus manos dejando un pequeño beso en la punta de la nariz —. Mañana conocerá a su caballo.

Los ojos verdes de Snow brillaron, y con una sonrisa dijo; — Te amo, mi príncipe.

— Yo más, Snow.

Rodeó el cuello de Charming para después jalarlo hasta ella para ser besada.

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⏰ Last updated: Jun 22, 2023 ⏰

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Erase una vezWhere stories live. Discover now