Dieciocho

9.8K 1.1K 38
                                    

Dieciocho: El número de veces que maldije al mundo.

La clase de educación física comenzó pero tú ya no llegaste y lo supe: habías logrado entrar al equipo de fútbol americano.

Y ahí te convertiste en uno de ellos.

Yo caminaba hacia mi casillero, teníamos quince minutos para descansar y llegar a nuestra próxima clase, así que sólo cambié los libros que necesitaba y me dirigí a la cafetería.

Me senté en una mesa cualquiera, claro, lejos de los futbolistas y animadoras.

Y mientras comía, fijando la vista en un punto imaginario, alguien se puso frente a mí.

Callum Stéfano.

Él era el hermano mayor de Jenna, ese año saldría de la preparatoria para ir a la universidad. La mayoría de las chicas morían por él, la otra parte sabíamos lo estúpido que era y que lo mejor que podíamos hacer era alejarnos siempre que se metiera en nuestro camino.

Pero no me moví de mi asiento, por orgullo, más que nada. Él era el que se había acercado a mí, no yo a él.

―Hola ―habló. Su voz era fuerte y pesada, jamás había hablado con él, ni él conmigo pero en cuanto lo hizo mi piel se erizó.

―Ho... Ho... ―¡maldito miedo!

―¿Hola? Eso querías decir ¿no? ―preguntó pero no me dejó contestar ―. Mi nombre es Call, y quisiera saber el tuyo.

Sabía que algo no iba bien. Él jamás me hablaría, nadie lo hacia, supuse que me pediría alguna tarea o sólo estaba preparando una broma cruel para mí.

Cada vez tenía más miedo.

―Entonces... ¿me lo dirás?

Pase saliva, traté de secar mis manos sudorosas sobre mis jeans sin que lo notara.

―Soy Alissa Hall.

Sonrió, pero no con malicia, si no con dulzura.

―Mucho gusto, Alissa. Desde hace días te he estado viedo y...

―Eso suena algo acosador ―dije interrumpiendolo. Su mandíbula se tensó.

―Sí, algo, pero... ¿Quieres venir el sábado? Hay un juego y me gustaría que lo vieras. Y a mí, claro está.

Ja. Ir a verlo como lo hacían las demás tontas de la escuela.

―Callum, sé quien eres. ¿Por qué crees que iría a verte cuando tu hermana no hace más que insultarme? Sé que eres igual a ella ―tomé mis cosas y me puse de pie―. Lo siento, pero no. Esa es mi respuesta.

Me recorrió con la mirada de pies a cabeza mientras yo comenzaba a caminar alejandome. Mi pequeño momento de valentía se consumía cada vez más rápido y era mejor que estuviera lejos cuando comenzara a temer por las consecuencias.

―Alissa ―tomó mi brazo deteniendo mi trayectoria, si antes nadie había notado lo que estaba pasando entre nosotros dos, ahora lo hacía―, esto lo puedo tomar a mal.

Me mordí un labio llena de nervios.

―Tomalo como quieras ―respondí.

―No hemos acabado ―susurró.

―Yo creo que sí.

Salí casi corriendo de ahí.

¿Qué demonios estaba haciendo?

99 cigarrillos, 1 beso © #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora