𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 5

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San ya sabía que su madre se lo pediría. Conocía a la mujer tan bien, que le asustaba; por eso, habían ensayado con anterioridad. Aún recuerda el desastre que fue.

Ambos estaban en la habitación de Wooyoung, meditando lo que le dirían a Yeji, el mayor ensayaba una y otra vez sus palabras, en un perfecto monologo mental; de vez en
cuando, se daba el lujo de bromear con San.

-Ella va a querer como mínimo, que nos demos un beso - dijo San preocupado.

¡Que asco! - Exclamó Wooyoung, poniendo una expresión incomoda, en su rostro -No voy a besar a un hombre.

-Yo tampoco quiero besar a un hombre, menos a ti. Eres como mi hermano, sería incesto - la idea no se iba de su cabeza, por mucho que quisiera negarla- pero no se conformará con menos, si no logramos besarnos al menos una vez, no me creerá; entonces insistirá con lo del matrimonio.

-Ya te dije que no. Sería raro.

Antes de que, Wooyoung tuviera tiempo de reaccionar, San había actuado rápidamente y lo jaló para acercarlos. En el momento en el que se dio cuenta, los labios del menor se apretaban contra los suyos. Rápidamente lo aparto y escupió al piso.

- No fue tan difícil - le dijo San, tenía una sonrisa burlona en el rostro-Podemos con esto.

Esos fueron los recuerdos, del momento en el que planearon, lo que harían frente a Yeji. De regreso al presente, San apretaba sus labios contra los de Wooyoung con suavidad, apenas abriendo la boca.

Yeji sonrió burlonamente y se cruzó de brazos.

- Le llaman a eso un beso. Basta de bromas, hablare con la madre de Jisu para planear tu boda.

San maldijo, por la maldita presión que estaba ejerciendo su madre en él. Tomó a Wooyoung de la barbilla y lo obligó a abrir la boca; sin decir más, le beso con fuerza y apasionadamente, incluso logró meter su lengua. El mayor apenas y pudo responder.

-¿Te gusto ese? - Preguntó a su madre, bastante cabreado. La mujer no respondió, estaba bastante sorprendida. Choi tomó a Wooyoung del brazo- Si me lo permites, mi novio y yo iremos a mi habitación, tenemos tarea que realizar.

Jung, por supuesto, apenas estaba reaccionando a los movimientos de San y meditando cómo salir de ese problema. Sin que su amistad se vaya al caño. Ambos subieron por las escaleras, con dirección a la habitación de San: nerviosos, sonrojados y con el corazón latiendo al mil por hora.

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¿A Los Cuantos Besos Dejamos De Ser Amigos? 𝘸𝘰𝘰𝘴𝘢𝘯Where stories live. Discover now