4. ¿Y ahora qué?

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A los pocos minutos de salir de estar con Miki, Vainilla llegó.

Nos ordenó subir a si carro para llevarnos a casa, al inicio me rehusaba, Jota y Smoke respaldaban mi decisión, mientras que Daniel dormía plácidamente con la boca abierta sin importa qué.

Después de darnos un sermón, Vainilla nos convenció, estar en la sala de espera no iba a acelerar ni cambiar nada, por lo que era mejor que descansar y volver en la mañana.

Dejé mi número a la enfermera en caso de alguna emergencia, me indicó que mañana a las once Miki sería dada de alta, por lo que me pidió traerle ropa cómoda.

Cuando Vainilla me dejo en mi apartamento lo primero que hice fue buscar la ropa que le llevaría a Miki, estaba seguro que mis pants le quedarían bien, agarré una sudadera blanca y unos crocs que mi mamá dejó en su última visita, guardé las cosas en una mochila.

Me di una ducha para intentar relajarme, complací a mi shampoo y acondicionador con un concierto privado, cepille mis dientes y me metí a la cama.

Sin embrago no pude conciliar el sueño, solo pensaba en la persona que pudo haberle causado daño a Miki, estaba libre ¿Qué tal si iba a buscarla? ¿Algún familiar de ella se habrá enterado que está internada?

Sentí una eternidad cuando al fin la alarma sonó.

Me vestí con unos jeans y una sudadera color roja, me puse mis botas y agarré la mochila con las cosas para Miki. Revisé mi frigobar y tomé un yakult antes de salir a la calle.

Respiré una gran bocanada del aire fresco y contaminado de esta ciudad, le hice la señal al primer taxi que pasó para que me llevara al hospital.

Era irónico, hace horas quería que amaneciera para ver a Miki y ahora que estaba en camino deseaba que el trayecto fuera largo porque no sabía que hacer.

Pero la suerte nunca estaba de mi lado.

El taxista se estacionó frente a la enorme entrada del hospital, le pagué la cantidad que marcó el taxímetro y le agradecí.

"Hola joven, compre un ramo y alegre un día." Ofreció la señora.

Provocó un debate mental entre comprarle un ramo de flores a Miki o no, no sabía si era alérgica, si era de las chicas que buscaba lo que significaba la flor -por que no tenía ni puta idea de eso- en fin. Le sonreí a la doña y seguí con mi camino.

Pero, escuché que dijo entre dientes tacaño.

No tenía que demostrarle a nadie como era o no, pero pelear con señoras siempre ha sido mi  pasión, pelear con ellas por Facebook era nivel uno, en persona creo que ascendí al nivel 5.

"Buenos días...¿Qué flores le puedo regalar a una chica hospitalizada sin parecer pretencioso?" Le pregunté. "La novia de mi hermano espera a mi hijo pero mi hermano cree que es de él." Agregé una pequeña mentira para ver la reacción de la señora.

La señora me miró un minuto boquiabierta.

"Pues unos girasoles." Sonrió. " Son Ciento cincuenta pesitos."

Obviamente lo que ella quería es vender a toda costa, pero estafarme con un ramo, era obvio que le aumento 50 pesos, el anuncio de ella decía 100.

"Buena elección." Dije dándole un billete de 100 pesos. "Puede quedarse con el cambio."

"Joven, le faltan cincuenta pesos." Se quejó la señora.

"No sea egoísta señora. Tal vez no salga vivo después de esta." Le dediqué una mirada de reproche.

WHO ARE YOU? || W!PLASH || DIEGOWhere stories live. Discover now