Aristóteles, dame fuerzas

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Alice estaba cabreada con el universo, con sí misma, con Aitana –su manager –y sobre todo con Fred Jiménez, el hombre que debería haber sido su el que la acompañara esta tarde al evento sobre no le importaba que.

Tampoco es que le molestara de una forma personal, ¡ni si quiera conocía a Fred!, era un actor pagado que utilizarían para promocionar su álbum, pero si la gente creía que estaba enamorada de un chico guapo y todo el rollo ese lo escucharían más, era una estrategia de marketing bastante básica pero efectiva. O algo así le había dicho Aitana. En la cual, por cierto, confiaba hasta el momento, ya no, había dejado de hacerlo en el momento en el que le cancelaron todo, es decir, ¡Aitana le había prometido que todo saldría bien! "Fred es de confianza" dijo.

Y ahora aquí esta, tirada en su cama con el maquillaje a medio hacer mientras busca desesperadamente una solución.

A veces, solo a veces, el universo escucha. O mínimo, se apiada de nosotros. Quizás es una de esas veces. O solo una broma de mal gusto donde juega con su esperanza y lo que viene siendo toda su carrera musical, su vida entera.

Alice giro la cabeza con cansancio. No quería hablar con nadie, y al mismo tiempo, necesitaba desahogarse.

Descolgó el teléfono y la voz de su querida Amelia resonó a través de él con una alegría inconfundible, siempre tan energética y alegre. Alice la admiraba por ello, parece que no hay nada que al derrumbe, el optimismo no se va ni con un huracán, incluso cuando la ha visto llorar, le es difícil imaginarse una Amelia pesimista, decaída, sin ilusión.

-¿Lía? ¿Sigues ahí? ¡Di algo! –Tampoco podía creerse que después de contarle su gran tragedia (a veces era un poco dramática), Amelia solo se hubiera quedado callada, como desconectando del mundo. O volviendo a su mundo de ciencias donde se iba muy de vez en cuando, más de las que debería.

-¡Tengo tu solución! Estoy en tu casa en media hora. ¡Te quiero! –Y colgó.

Alice le iba a pegar. Era un momento de crisis y su amiga se cachondeaba de ella.

Intento relajarse. Se desmaquillo entera. Llamo a su manager para intentar encontrar una solución –no tenían nada –e incluso salió a pasear un poco.

Lo que no se esperaba era volver a su apartamento para encontrarse a dos chicas sentadas charlando tranquilamente en su puerta. A su vista quedaba solamente una desconocida. Tenía que tener más o menos su edad. Tenía el pelo negro por la altura de los hombros completamente liso, e incluso desde aquí podía ver las pecas que adornaban sus mejillas acompañadas de las gafas de montura negra que, sorprendentemente, le quedaban bien. Es decir, ¿a quién le queda bien eso?

Cuando pudo acercarse más empezó a cazar cachos de la conversación, y aunque no entendió nada –algo de... ¿la reproducción de no sé qué peces? –le sirvió para identificar a la otra chica.

-¡Lía! –No tardo en tirarse a sus brazos, llevaba meses sin verla. -¿Qué haces aquí?

-Pero si te dije que vendría, tonta.

-¡Pensaba que era broma! ¡Llevas meses sin venir!

-¡Estaba muy liada con los exámenes! –Protesto, con el ceño fruncido. Movió la cabeza para despejarse y cambio de tema, dando la conversación por terminada. -¡Te presento a Helena! Es mi compi en la uni. Y tu solución.

-Casi que prefiero no saber cómo va a ser "mi solución", según tú, pero ya que estáis, pasad.

Una vez sentadas en la alfombra y con Aristóteles, el querido gato de Alice, dando vueltas alrededor de ellas, por arriesgado que fuera, le cedieron el turno de palabra a su amiga.

Se le iba la olla completamente. O no. Según el plan de Amelia, Helena sustituiría a Fred por la mitad de dinero. Era una chica guapa, simpática, de su misma ciudad, y de confianza. Además, era su mejor –y única –opción.

Helena y Alice casi escupieron el té al oírlo.

El principal problema, o bueno, problemas, mejor dicho, eran que para empezar:

1- Ni Alice ni Helena eran lesbianas, ni bisexuales ni nada, ¡a ambas le gustaban los tíos! ¿Cómo iban a fingir una relación?

2- Alice no estaba segura de que Helena fuera a aceptar semejante locura. Helena tampoco estaba del todo segura.

3- En caso de que sí, disponían de solo un par de horas para que ambas se preparan y, por el camino, enseñarle a Helena lo básico sobre ese mundillo y las canciones de Alice, porque, para colmo, ¡nunca había escuchado a Alice!

-No es por ser egocéntrica –un poco sí –pero, ¿Cómo no vas a haber oído nunca algo mío? ¿Si quiera por la radio? Así de refilón. –Ya le empezaba a caer mal.

-Nada de nada –afirmo. –Y estoy segura que no cantas tan bien como dices, ya sabes, se te distorsiona el sonido con el ego.

-Que graciosa eres –río sin ganas, falsamente. En realidad, sí que la estaba sacando un poco de sus casillas, en la vida se había encontrado con alguien... así.

-¡Sois la pareja ideal! –Exclamo Amelia entusiasmada, observando detenidamente como sus amigas se comían con la mirada, no, no en ese sentido, Dios.

Ambas refunfuñaron pero dejaron de pelear, al fin y al cabo, les quedaba una falsa relación de meses por delante que tenían que sacar adelante. Puesto que Alice no tenía otra opción y necesitaba una solución rápida, y que Helena le debía un favor a Amelia y necesitaba el dinero, ambas acabaron metidas en un gran lío.

-¡Fabuloso! ¡Llama a Aitana ya de ya, Alice! ¡Vamos a prepararnos Helenita! –Definitivamente Amelia era la única feliz con esta locura.

Lo que les esperaba.

Alice iba a necesitar cuatro toneladas más de paciencia para esto.

Y aun así, se puso el vestido, se maquillo a toda prisa, se arregló las ondas del pelo, y salió con Helena cogida de su brazo hacia la limusina que las esperaba.

Ya no había vuelta atrás.

La gente habría los ojos y se tapaba la boca para contener la sorpresa. Las cámaras disparaban. Los periodistas luchaban para entrevistarlas. Los cuchicheos empezaban. Ya habría mil historias de Instagram comenzando el rumor.

Ya no quedaba otra.

Alice y Helena estaban oficialmente saliendo para el público, porque después, cuando escapaban de aquel mundo, empezaban a soportarse cada vez menos.

Alice era egocéntrica, bastante poco trabajadora e impaciente.

Helena era tranquila, se esforzaba por sacar las mejores notas para graduarse con matrícula de honor y detestaba a la gente con el ego por las nubes, exactamente como Alice. 

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2023 ⏰

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