Se sentía tranquilo ese día. Podía escuchar perfectamente como su corazón palpitaba con calma y la manera en que los pétalos rosados caían y rodeaban la atmósfera no le hacían más que desear que el tiempo parará ahí mismo solo para mirar eternamente el sol caer.

Sus ojos se cerraron y su respiración se reguló con su palpitar, sintiendo cada pequeña y débil sensación. Escuchando las aves, los pequeños animales que corrían a sus madrigueras, el viento hacer bailar a los árboles y el sonido de las recién salidas luciérnagas.

Cuando abrió sus ojos, el cielo cubierto de estrellas fue lo único que logró ver, sumándole ahora una brisa semifria junto con la luz blanquecina de la Luna.

Solo así, se puso de pie mientras limpiaba con las palmas de sus manos su uniforme de cazador junto con su capa blanca con estampado de flamas, siendo esta última una herencia familiar. Su mano derecha fue a su katana, guardándola en su funda pegada a su cadera junto al cinturón blanco de su informe marrón. Sus ojos fueron a cada uno de los árboles mientras parecía examinarlos, y después sus pasos empezaron a pisar aquellos pétalos rosas que sellaban el camino.

Sabía que su tranquilidad no duraría mucho, ya que ahora, en la noche, es cuando su trabajo empezaría. Se trataban de criaturas casi invencibles con una fuerza superior a la de cualquier humano, con el poder de tener una regeneración casi inmediata pero con la maldición de jamás poder volver a sentir el Sol en la piel, o de lo contrario, se harían cenizas.

El mundo estaba dividido en tres castas y dos razas dominantes, siendo Omegas, Betas, Alfas; humanos y demonios.

Él era un Omega, también era un cazador de demonios honorable y el hijo mayor de una familia de tres hombres. Su padre, llamado Shinjuro, había sido un ejemplar cazador de demonios, alcanzando incluso el puesto del Hashira de las llamas, o como se le decía comúnmente, el pilar del fuego. Después de la muerte de su madre y del nacimiento de su hermano menor, su padre había abandonado su trabajo como cazador ya que culpaba con frecuencia a este trabajo por haberle quitado tanto tiempo de su vida. Tiempo que pudo haber disfrutado más con su esposa.

Pero la vida no tiene clemencia de nadie, ni siquiera de los ángeles.

Ahora, su padre estaba sumido en una depresión y era alcohólico desde hace casi trece años, que empezó dos años después de la muerte de su madre, cuando él tenía ocho años, y su hermano, Senjuro, apenas tenía dos años de vida.

Su vida cambió para siempre por primera vez, tomando él ahora el papel de cuidar a su hermano como si fuera su propio hijo, y al alcanzar los trece años de edad, decidió entrenar por cuenta propia sin ayuda o instrucción de su padre a pesar de tenerlo casi prohibido. A diferencia de su progenitor, él no quería acabar con aquella fina línea de sangre llameante de sus antepasados, los cuales, se dedicaron a dar su vida por su pueblo cazando demonios.

La familia Rengoku era aquella que seguía en esa línea de sangre, y sus posturas y movimientos de pelea hacían referencia a su apellido, el cuál significaba "purgatorio" al mismo tiempo que su apariencia hacia referencia al fuego mismo, puesto que todos los hombres de la familia nacían con la cualidad de cabello rubio y puntas rojas, ojos amarillos y rojizos al igual que cejas pobladas de un color negro intenso.

Finalmente, con diecisiete años de edad logró alcanzar el título más fuerte y honorable de los cazadores, siendo ahora un orgulloso Hashira, más específicamente, el Hashira de las llamas. Tal como su padre había sido alguna vez. Ahora, con veinte años de edad y su hermano con casi catorce, se dedicaba a realizar su oficio de la mejor manera posible a pesar de no contar con el apoyo de su progenitor.

Teniendo ahora la palma de su mano sobre el mango de su katana, se dedicó a caminar entre aquel frondoso bosque de árboles rosados los cuales camuflaban a la perfección su aroma, el cuál era, irónicamente, a cerezo. Sus oídos se agudizaron y sus ojos color infierno examinaron cada pequeño detalle del camino, estando alerta de cualquier movimiento ajeno a la paz floral.

"TE PROMETO." | Omegaverse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora