Capítulo 4: Faro en el Pacífico

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Es difícil ingresar a la mente de una mujer pero lo voy a intentar, Marcel era la clásica joven de veincuatros años que buscaba el amor en su vida, y se topo con Cardigan y todo un mundo tormentoso.
Agarro su celular, tenia puesto sus auriculares blancos con cables. Selecciono una canción y uso play.

🎶 Tengo aquí bajo el vestido bien escondiditos tus besos malditos
Mariposas que al alba de regreso a casa se venían conmigo
Yo tengo aquí bajo la cama cada madrugada que la deshicimos
Tengo tantas cosas y ninguna está en su sitio

Tengo aquí dentro de un vaso la primera ola de aquella mañana
Tengo en uno de mis rizos el ritmo del tango que siempre bailabas
Yo tengo escrito en un suspiro aquellas palabras que nunca dijimos
Tengo tantas cosas y ninguna está en su sitio

Después de ti entendí
Que el tiempo no hace amigos
Qué corto fue el amor
Y qué largo el olvido

Seré tu luz, seré un disfraz
Una farola que se encienda al pasar
Cualquier mariposa, la estrella polar
Que viene sola y muy solita se va

Seré el sabor de un beso en el mar
Un viejo proverbio sobre cómo olvidar
Seré inmortal
Porque yo soy tu destino 🎶
(canción: Inmortal, La Oreja de Van Gogh)

Mientras limpiaba las mesas del bar que estaba en funcionamiento hace poco tiempo.
-¿Hola? Dijo Cardigan con una voz ronca y esperanzadora.
Ella lo miró y le sonrió por 2da vez. Se saco sus auriculares y respondio -Hola. Sus ojos estaban iluminados.
-Te vi el otro día y justo un torbellino de cosas pasaron. Quería saludarte como corresponde. Expreso él.
-No pasa nada, todo bien. Soy Cardigan, ¿trabajas acá?
-Si, hace poco abrimos y bueno, lo estamos llevando bien, un caos era esto los días anteriores pero pudimos organizarnos bien...
-Genial. Cualquier cosa que necesites me podes avisar, soy del barrio.
-Soy Marcel. Dale, gracias.
-¿Qué estás escuchando?
-Una banda pop, me gusta mucho sus canciones.
-¿Cómo se llama la canción? La voy a buscar después.
-Inmortal de La Oreja de Van Gogh.
Sus ojos se iluminaban a la hora de verse el uno al otro. Era increíble verlos, estaban destinados a estar juntos. Como si su alma hubiera encontrado su otro par, aquí en la Tierra. Ese sentimiento tan inmerso solo algunos son capaces de experimentarlo, ahora lo estaba viendo, en esos ojos de mi hermano.
Cardigan continuó charlando ese día, le contó un par de chistes, se rieron y todo comenzó a salir adelante. La esperanza de un buen futuro estaba ahí, brillando como los rayos de sol cuando esta todo nublado. Esa esperanza era su faro de luz para continuar su vida. Y decidió seguir ese camino esperanzador...
En la mesa paralela a ellos un hombre los miraba ofuscado, decidió levantarse e ir a la caja del bar. Le dijo a la madre de la joven. -¿Quién es ese? ¿Qué quiere con tu hija?
-Craig basta, déjala en paz. Sólo esta hablando con el joven.
-Y riéndose... expreso con cara enojada. Continuó -Recorda que yo aposté por esto, esta pasando esto por mí. Que no se te olvide... (Continuará)

Luces en el Pacífico. Sebastián Orazi Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu