La primera casa de campo no estaba lejos de la plaza del pueblo y Harry tuvo que contenerse activamente para no echar a correr cuando vio a Severus esperando fuera de una casita, en parte porque estaban en público y en parte porque el agente inmobiliario estaba de pie justo a su lado. Harry se contentó con dedicarle a Severus una sonrisa radiante y darle un beso en la mejilla.

-Hola a ti. Me alegro de verte. Espero que la conferencia haya sido buena-.

-Fue excelente-, dijo Severus, devolviendo la sonrisa a Harry, -pero debo decir que me alegro de estar de vuelta. Te he echado de menos-.

-Yo también te he echado de menos-, sonrió Harry.

El agente inmobiliario se aclaró la garganta. -Buenos días, señor Potter. Tenemos unas cuantas propiedades que ver hoy, así que será mejor que nos pongamos en marcha, sobre todo si quiere encontrar su nuevo hogar perfecto. Esta primera propiedad que puede ver se encuentra en una ubicación ideal, en el centro del pueblo y ha sido recientemente renovado a un nivel bastante alto-.

Harry entró feliz en la casita, que le había parecido bastante pintoresca por fuera, pero que por dentro le pareció bastante escasa y yerma. El agente inmobiliario les enseñó la casa y les habló con lirismo de cómo habían derribado la pared entre el salón y el comedor para crear más luz, pero lo único que Harry podía pensar era que tendría aún menos posibilidades de intimidad si alguien se asomaba a las puertas.

-No pareces muy impresionado- observó Severus cuando se quedaron mirando el piso de arriba, más habitaciones sencillas pintadas del mismo color blanquecino que las de abajo.

-Esperaba algo un poco más acogedor, preferiblemente más apartado también- admitió Harry.

-Estoy de acuerdo. Tengo que admitir que no me entusiasma mucho la idea de estar al lado de todos mis antiguos alumnos. Al fin y al cabo, los amuletos no me hacen mucho caso-.

Harry sonrió, contento de que estuvieran de acuerdo en esto. Recordaba a su tía espiando a los vecinos a través de las cortinas cuando era pequeño y no quería que le pasara lo mismo a él. El agente inmobiliario se mostró decepcionado y pareció entenderlo, pero Harry pensó que la segunda propiedad a la que los llevó era un poco extrema en la otra dirección. Estaba en el lado del Bosque Prohibido de la ciudad, así que estaba definitivamente fuera del camino de las cosas y ni siquiera tenía una puerta en la calle principal, y el agente inmobiliario los condujo a través de una puerta lateral directamente al jardín trasero. Harry notó casi al instante el interés de Severus por el hecho de que el jardín diera justo al bosque, lo que le permitiría conseguir ingredientes. Al parecer, el anterior propietario había sido un pocionero en ciernes, aunque no muy bueno, si se tenían en cuenta los restos del laboratorio de pociones del jardín, aunque el agente inmobiliario dijo que sería fácil arreglarlo con un buen reparo...

Harry pudo ver que Severus estaba enamorado de la propiedad, al menos del exterior, y le dejó examinar los jardines para ver cuáles de las plantas se podían salvar y cuáles habían estado desatendidas demasiado tiempo. Entró en la casa y trató de encontrar algo que le gustara. El problema era que no había mucho a los ojos de Harry. No había forma de que nadie pudiera espiarlos desde la calle, que era lo que él había querido. El problema era que para conseguir dicha intimidad se había levantado un enorme seto que no sólo mantenía alejadas las miradas indiscretas, sino también toda la luz dejando el jardín delantero y las habitaciones en permanente sombra. Además, las habitaciones eran muy pequeñas, lo que empeoraba la oscuridad de las mismas.

Era un poco ridículo, pensó Harry. Sólo vivirían allí Severus y él y, aun así, sólo estaría de visita, así que ¿importaba realmente que sólo hubiera un salón y un dormitorio? Tal vez estuviera un poco mimado por su estancia en la mansión Potter, pero aquella casa le parecía tan acogedora como lo había sido Grimmauld Place cuando Sirius se hizo cargo de ella por primera vez, y no podía entusiasmarse con la idea de comprarla. Pero no debería importar, se dijo. Severus era quien realmente pasaría tiempo allí, no él, así que lo que realmente importaba era la preferencia de Severus, aunque una parte de él deseaba no haber venido a ver aquel lugar de antemano. Si Severus se hubiera limitado a elegir una propiedad que le gustara, como Harry le había sugerido en un principio, estaba seguro de que habría terminado por aceptarla, sobre todo cuando llevaba impreso el toque de Severus, en contraposición a las paredes oscuras y desnudas que, en opinión de Harry, hacían que el lugar pareciera más un mausoleo que una casa.

THE PRICE OF FREEDOMWhere stories live. Discover now