1. Bienvenidos a Harvard.

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Estaba destinado que su vida fuera así. Desde los 5 años se predispuso que él sería un hombre importante. Desde los 14 años se predispuso que estudiara medicina. Desde los 17 se predispuso leer la carta que Harvard le mandaría al ser aceptado. A los 18 leyó la carta.
Y ahora está aquí. Oh, el dulce sabor a gloria.
Valió la pena estudiar tanto, valió la pena ser el mejor de su clase y estar en el equipo de fútbol, tener habilidades artísticas y ser tan sociable. Todo valió la pena, porque con su amada mente y su preciosa sonrisa tenía asegurado que podría ser el dueño del mundo.
En su plática para ser aceptado en esta universidad le fue perfecto, nunca dudo de sí mismo. En el examen no tuvo que recurrir al "Virgen Maria, dame puntería" porque sabía cómo responder todo.

Un chico perfecto.
Con cabello perfecto.
Con el traje perfectamente planchado y los ojos vislumbrando un perfecto futuro.

Oh, el dulce sabor de la gloria.

Su padre estaba acompañándolo en todo y no podría estar más agradecido de que su madre no haya ido porque las lágrimas no estaban permitidas. Al menos no para él. Todo tenía que ir de acuerdo al plan y si no era así buscaba la manera de hacer que así fuera.
Los planes existen por algo, las reglas existen por algo.

Llegó a la habitación que compartiría con un compañero, con la maleta llena de libros y la cabeza llena de ideas.
Era una habitación pequeña, con una ventana que tenía una buena vista del campus. Joder, Harvard era asombrosa. Asombrosa. Estaba sumergido en los pensamientos de "qué bella mi vida" cuando su padre dijo que tenía que irse porque tenía una junta de negocios. Porque la universidad de Gerard no se pagaría sola. Él sólo asintió, abrazó a su padre y con un pequeño nudo en la garganta le prometió hacerlo sentir orgulloso.
Sin lágrimas, sin titubeos porque eso no estaba en el plan, no señor. Estaba casi terminando de acomodar todas sus posesiones cuando el chico con el que compartiría cuarto entró. Era altísimo, delgadísimo y lindísimo, aunque claro que eso ultimo Gerard nunca lo admitiría. Oh no.

-Hey.-Dijo en un susurro el chico imitación de personaje de Tim Burton
-Hola!-Contestó Gerard con demasiado entusiasmo. -Mi nombre es Gerard, Gerard Way, es un placer conocerte.-Sonrío y extendió delicadamente su mano.

-Um, yo soy Ryan... uh Ross.-Aceptó su mano con poca fuerza y bajó la mirada.
-Oh, ya tomé este lado de la habitación, de verdad espero que no te moleste.
Ryan sólo le sonrío? Eso era una sonrisa? Eso qué significa? Que no le importa? Que lo va a matar mientras duerme porque tomo ese lado? QUÉ?

Ross tomó su pequeña maleta y sacó lo poco que llevaba, lo acomodó en los muebles que le tocaban y se tiró a la cama con un libro en sus manos.
Llevaba muy pocas cosas, sólo unos 5 jeans, algunas camisas y 2 chaquetas. Libros llevaba muchos pero ropa no necesitaba tanta. Al menos él no.
Él no quería estar ahí. Tenía miedo y juraba que iba a intentarlo, pero él no quería estar ahí.
Su padre no lo acompañó, sólo le dijo "Espero que lo que voy a pagar sirva de algo". Ryan había conseguido una beca que cubría casi completamente la colegiatura. Así que no podía decir que no. No podía decir que el quería salir a caminar y ser algo diferente todos los días, porque eso no paga las cuentas. Tenía que aprovechar lo que su cerebro le podía brindar, o al menos había aprendido a pensar eso para no terminar tirándose por la ventana.
Bienvenidos a Harvard.

Touché [frerard, ryden]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora