Pasan unos treinta minutos cuando Daniel sale con la vista un poco perdida y se acerca a mi dónde me hace un saludo militar y lo respondo del mismo modo.

—Desea verla, comandante —me informa y asiento.

Entro al ala y mientras camino, cientos de recuerdos vagan por mi cabeza. Lamentos, gritos, acusaciones y otras cosas más que me hacen detenerme de golpe. Respiro rápido y me concentro en llegar cuando la encuentro la habitación, con su nombre y la veo por la pequeña ventana está en cama esperándome impaciente. Sonrió con alivio y me acerco a la puerta donde la abro despacio. Me acerco a ella y esta me abraza con necesidad hasta que siento unas pequeñas lagrimas bañan mi hombro derecho.

—Shhhh, tranquila —acaricio su espalda.

—Estuve a punto de perderlos a todo —llora.

—Nora, nosotros estuvimos a punto de perderte —le digo y esta sorbe su nariz.

—Estuve a punto de morir sola —sigue llorando —, yo...yo

—Nora, jamás pasara eso ¿Sabes por qué? —niega —. Porque tienes a tu hombre desesperado por tenerte en los brazos, tus tres mejores amigas ayudándote y tus amigos luchando para que no te tocasen. Jamás estarás sola.

Asiente y limpia su lagrimas para verme.

—Ese hombre de ahí te ama Nora —le informo lo obvio —, muere si a ti te pasa algo.

Baja la cabeza y niega suave.

—Ese es el problema amiga —me dice y no entiendo —. ¿Por qué me ama?, si yo no lo hago.

Me sorprendo y me alejo de ella como si quemara su toque.

—¿Es por Mike? —indago y no dice nada —. ¿Por qué dices eso?

Traga saliva y se recuesta.

—Porque no puedo amar, después de lo que me sucedió. Sería imposible.

Suspiro y ahora yo niego.

—No digas eso Nora...

—Tú no sabes Michell —gruñe molesta —. Estuve a punto de matarme con drogas, con una maldita soga y a punto de ahogarme en mi bañera.

Muerdo mi labio. Y yo no estuve.

—Amiga...

—No es tu culpa Michell —no creo —, estabas en California aún.

—Dime una cosa —analizo el panorama —, ¿Por qué no lo hiciste? ¿Qué te detuvo?

Guarda silencio y me acerco. Me pongo en cuclillas y acaricio su rostro, sus ojos verdes se enfocan en los míos y siento su dolor. Algo que sabe perfectamente que tiene que curar ella misma, nadie más puede hacerlo, es su persona, corazón y alma, la que tiene que curar.

—Es porque sabias muy dentro de ti, que no es tu culpa —me observa a punto de llorar —, y porque mereces a una persona que si te valore de verdad...

—¿Pero si se aburre de mí, como lo hizo el? —me interrumpe —, ¿Si se cansa de mi manera de ser? ¿De mi manera de estar siempre encima de él, vigilándolo? ¿Si se harta de mi amargura? —habla tan rápido, pero la entiendo —, no quiero enamorarme de nuevo de alguien que me haga daño.

—Nora, es imposible estar seguro en ello, pero —la detengo —, las mismas cosas que me acabas de preguntar, las respuestas las grito Daniel, en la sala de espera. Mientras sufría pensando que te había perdido. Con lágrimas me aseguro que el día que tú le faltes, el morirá también.

Se sorprende por mis palabras y me observa como si dos cabezas salieran de mi cuello.

—¿Me ama? —pregunta incrédula.

MI NECESIDAD OSCURA [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now