La belleza en la cotidianeidad

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Un pequeño chico caminaba a menudo por su vecindad, una vecindad tranquila, sin mucha bulla, y con un ambiente en donde reinaba la paz, este niño normalmente se dirigía a la casa de sus amigos, cada vez que él pasaba por el mismo lugar había un señor extraño, no por su forma de vestir o andar, más bien por su forma de comunicarse con él. El señor no era como cualquiera, era alguien peculiar, que podría verse como si no hablase acorde a su edad, cada vez que el niño lo saludaba hablaba sobre cosas extrañas, espías, dinosaurios, extraterrestres, cosas pero de una manera infantil, ya que le hacía ilusión. Con una gran sonrisa contaba que el conocía personas que tenian drones muy pequeños para espiar a los demás, o que había visto maletines con armas especiales que solo utilizaban las personas entrenadas para el espionaje. En la mayoría de casos podrían verse como algo bizarro, pero realmente hablaba con tal calidez que a pesar de que era inusual, no sentías malas intenciones en sus palabras o su forma de hablar, además siempre era cordial y agradable a la hora de charlar.

Siguió pasando el tiempo y el pequeño chico también caminaba por los mismos rumbos, pero se dio cuenta de que sus charlas con el señor ya no eran frecuentes como antes, al darse cuenta intento ver si se encontraba con el de nuevo, cuando lo vio en el mismo lugar de siempre lo vio con un bebe, le comento; él es mi nieto, el chico sorprendido dijo que estaba muy alegre de que tuviera un nieto, y pensó que no vería solo de nuevo al señor sino que estaría con su nieto. Y efectivamente el señor pasaba las tardes con el, se notaba su cariño mutuamente, no solo eran abuelo y nieto, eran amigos, el abuelo le llevaba pelotas de diferentes tamaños, trompos, juguetes y el niño con una sonrisa salía con él a la calle a probar sus nuevos juegos.

Esta fue una situación de todos los dias, y el pequeño chico creció y ahora era un chico adolescente que de igual manera que cuando niño seguia yendo a casa de sus mismos amigos, empezó a dejar de tener charlas por completo con el señor, pero él no estaba solo ahora, entonces el chico pensó que era buena idea saludarlo y que pasara el tiempo con su nieto, a pesar de que esto fuera así nunca dejo de ser cordial y amable a la hora de saludar, A veces los veia sentados, a veces jugando, a veces tratando de bajar algo de un árbol cerca de Ahí, pero siempre estaban juntos. Un día el chico de dejo de darle importancia a las dos personas, a pesar de que las veía, no era como antes que observaba lo que hacian, simplemente pasaba y era como si no hubiera nadie, días después empezó a darse cuenta de que no había nadie realmente, ese bebe que ahora era un pequeño niño ya no salía a jugar con su abuelo todos los dias por las tardes, entonces el chico empezó a preguntarse si había pasado algo, no dijo nada, pero siguio pensando en ello, en el mismo vecindario había una tienda en donde la mayoría de personas que viven en el mismo sitio van, y como es un lugar no muy grande la gente se conoce, cuando escucho de otra persona que hablaba con el vendedor que el señor había muerto, el chico pensó que seguramente fue algo espontáneo de salud que surgió, cuando siguió escuchando la conversación, el vendedor dijo: "El tenía un tiempo de encontrarse mal, tenía cáncer, su cuerpo estaba lleno de él, al punto de tener metástasis" en ese momento el chico no lo podía creer, talvez no era algo que le afectaba personalmente, pero si algo que le hizo reflexionar, ya que pensó en que pocos días antes el había visto a ese señor jugar con su nieto por última vez, si no hubiera escuchado la historia del vendedor, nunca hubiera imaginado que estaba enfermo, el señor corría, saltaba, jugaba, platicaba como si fuera una persona sana, que tiene la fuerza para pasar una tarde entera con un niño, lo hacía con una sonrisa a pesar de estar enfermo, y seguramente saber que no le quedaba mucho de vida, ese señor que al chico le hablaba de historias sobre espías, o cuentos que parecían provenientes de la mente de otro niño también se las contaba a su nieto cuando se sentaban en la acera de la calle para pasar el rato, ese señor de que a pesar de que su nieto era más pequeño igualmente corría con la misma energía que él, esa situación tan normal, ya no existía, y tampoco existirá de nuevo.

Ese señor seguramente era feliz al agarrar una pelota y rodarla por el pavimento hasta que llegara a los pies de su nieto y pudiera patearla, que al girar un trompo se quedaba atónito viendo cuanto tiempo más podría girar, y a la vez ver la cara de impresión de su nieto al nunca haber visto algo asi, esa persona que en vez de hablarte formal como lo haría cualquier otro por la calle, trataba de empatizar con los chicos y contarle historias extravagantes aunque todos supieran que era mentira, ese señor encontró la belleza en lo más usual, y dejo más huella de lo que pensó, porque con total seguridad dejo esos recuerdos plasmados en su nieto, que recordara con alegría los tiempos que con una simple pelota y una simple calle podía pasar horas y horas, sin nada de que preocuparse, algo tan sencillo se convierte en maravilloso depende la perspectiva, y ahí se encuentra la belleza de la cotidianeidad.

La belleza en la cotidianeidadWhere stories live. Discover now