Capítulo 8

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Harry se mantuvo en silencio mientras Louis le ayudaba a subir a la camilla del pequeño consultorio al que les habían pedido entrar momentos antes. La doctora que les atendió dijo algo sobre buscar un gel que se había terminado, Harry no estaba poniendo demasiada atención pero escuchó a Louis decir que no había problema.

El menor se recostó con suavidad en la camilla y suspiró, pensando en la mirada que le dio Samuel mientras caminaba de la mano con Louis al área de maternidad en la clínica. Su mamá no había dicho nada, tampoco había ofrecido más su compañía y Harry creía que algo tenía que ver la culpa y la tristeza reflejada en sus ojos. Samuel se veía arrepentido, pero Harry jamás se atrevería a juzgarle por nada. Era normal que se preocupara por él, era normal que hubiese querido hacerle la vida más "fácil".

Harry no quería una vida fácil ahora, Harry quería una vida donde pudiese sostener a su cachorro en brazos y esforzarse hasta el cansancio por él. Su mente, su alma y su corazón se lo exigían. Le daba igual si era joven, le daba igual si los obstáculos en su vida se multiplicaban el doble o el triple, lo quería así, no le importaba. Su instinto le decía que había nacido para ello, que traería vida al mundo y que se encargaría de hacerle crecer bien, que iba a cuidar de su cachorro e iba a ser el mejor en ello.

¿Qué era joven y no sabía cómo cuidar un bebé? No importaba, podía aprender. Harry quería tener a su cachorro, y no podía estar más en paz con la situación ahora que se había permitido aceptarlo por completo. En ese momento podía cerrar los ojos y sentir que todo estaba bien, tranquilo, sin miedo de nada. Porque nada le importaba. Solo él, y su cachorro.

—Ya... —escuchó un suave carraspeo—. ¿Ya se ve?

Harry fue consciente entonces de que no estaba solo en esa habitación. Dejó de divagar en sus pensamientos y sus ojos encontraron los de Louis cuando ladeó la cabeza y levantó su mirada. El mayor se encontraba de pie casi al otro lado de la habitación, sus manos estaban dentro de sus bolsillos y parecía tenso. Harry quería entenderlo, las cosas seguramente eran difíciles para Louis como lo eran para él mismo. No iba a juzgarle, valoraba mucho que estuviese ahí con él y bueno... Él estaba preguntando ahora.

Así que Harry parpadeó, analizando por un segundo la pregunta que el alfa le había hecho y tragó saliva con suavidad—. ¿Estás hablando del cachorro? —dudó.

Louis arrastró sus ojos por el cuerpo de Harry recostado en la camilla, deteniéndose en su estómago.

El alfa hizo una pequeña mueca y asintió, rascando con suavidad la parte trasera de su cabeza. Estaba nervioso, lo aceptaba—. Sí, ¿ya se puede ver...? Eh, quiero decir como... Ya sabes, tu vientre. —hizo un suave ademán con su mano sobre su propio estómago, apretando los labios después.

Harry llevó sus propios ojos abajo, encontrando la tela de la sudadera que todavía cubría su estómago. Parpadeó una vez más y sujetó los bordes, mirando de vuelta a Louis.

—Es verdad... No lo has visto —mencionó por lo bajo, aquel hecho le provocaba una extraña sensación de vacío en su ser, él quería que Louis viera—. Bueno, es decir... No, no se ve aún. No lo creo.

El alfa asintió suavemente—. Oh, bueno... Ya crecerá.

Harry volvió a llevar sus ojos hasta el alfa. Ladeó suavemente su cabeza y torció sus labios—. ¿Quieres que te lo muestre igual? —dijo sin más, se sintió bien, porque le gustaba que Louis estuviese interesado—. Nadie más aparte de mí ha visto mi estómago y cuando regrese la doctora eso va a cambiar. ¿Quieres ser el primero en verlo?

Algo creció dentro del pecho de Louis y su garganta se apretó al escuchar aquello, dificultándole el tragar saliva. Sonrió apenas de lado y con la nostalgia apretándole el corazón se acercó hasta el costado de Harry, junto a la camilla.

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