Capítulo 18

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Cuando llegaron a la motocicleta de Louis, Harry seguía sintiendo cómo su corazón latía con rapidez. Había estado muy asustado de lo que había vivido momentos atrás, el terror que invadió su cuerpo al sentirse en peligro, la forma en que solo pudo pensar en el riesgo que corría su bebé... La forma en la que se sintió a salvo y seguro incluso si el alfa al que había llamado por instinto estaba en el suelo moliendo a golpes a otro.

El menor observó a Louis con ojos grandes y brillosos, todavía nervioso y casi temblando. Louis, que seguía mirando rojo, que seguía sintiendo su sangre hervir dentro de su cuerpo, que seguía apretando con fuerza los dientes, intentando no gruñir, con un alfa totalmente sacado de quicio exigiendo y demandando cuidar del joven que tenía enfrente, que sentía la impotencia y la rabia que había dejado salir a medias mientras golpeaba a ese tipo un rato antes... Si los nudillos mallugados de los cuales escurrían gotas de sangre dolían o no, Louis no podía tenerlo realmente en cuenta. Su total atención estaba enfocada en Harry, sus ojos, con un azul casi inexistente, detallaban con fervor al chico.

Quería mirarlo por siempre, quizás si mantenía su mirada en él a cada segundo, a cada minuto, cada día, probablemente Harry jamás volvería a estar en peligro. Porque Louis estaría ahí, atento, cuidándolo y protegiéndolo.

Quería cuidarlo, quería hacerle saber que estaba ahí, que estaría ahí para él como antes lo había prometido. Quería decirle que se había equivocado, quería decirle tantas cosas, joder, pero el aire seguía siendo difícil de respirar, sus dientes seguían doliendo al apretarse con fuerza y sentía que había perdido el habla. Solo podía ver a Harry mientras trataba de procesar lo horrible que había sido verle expuesto, asustado y en peligro. La impotencia que había sentido al ver su rostro lleno de angustia porque otro se había creído con el derecho de ponerle las manos encima. Se guardó otro gruñido, parpadeó y Harry bajó su mirada.

─¿Te duele? ─el joven le preguntó, sus ojos puestos en las manos ensangrentadas del alfa.

Harry no sabía distinguir si las gotas venían de los nudillos lastimados de Louis o eran ajenas, le preocupaba el bienestar del alfa, casi imposible que no, así que sentía una inmensa necesidad de curarle, y de, a su modo, cuidarlo también.

Louis pareció perdido ante la pregunta durante un momento y luego con curiosidad siguió la mirada de Harry, bajando su cabeza y encontrando sus manos a los costados de su cuerpo. Extendió con suavidad una de ellas e hizo una mueca, decidiendo que era mejor si no la movía demasiado. Dolía y ardía a partes iguales.

─No importa ─mencionó, alcanzó una vieja franela que siempre llevaba atada en su motocicleta y la usó para limpiar la sangre en un par de movimientos toscos, volviendo después su mirada hasta Harry─. ¿Tú estás bien, como... Realmente bien?

Harry se quedó callado un momento, llevó una de sus manos a su vientre y soltó un suspiro, de pronto sintió su garganta apretarse y tuvo que parpadear para evitar que un par de lágrimas se formaran en sus ojos. Negó suavemente y no pudo evitar que sus labios bajaran en una sonrisa triste.

─Nunca tuve tanto miedo antes, Louis ─respondió con completa honestidad.

Harry sentía que en ese momento que ambos compartían, podía permitirse ser vulnerable. Porque justo ahí, eran solo dos padres preocupados por lo que pudo o no pasarle a su cría, porque ambos habían estado aterrados, uno viéndolo desde la primer perspectiva y el otro, viendo como sucedía. Ambos estaban perdidos en los sentimientos amargos, ninguno quería volver a pasar algo como eso. Harry no quería a su cachorro en riesgo otra vez, y Louis no quería que ni Harry ni su cachorro volviera a estar en una situación así.

Y entonces Harry exhaló, el aire volviéndose vaho fuera de sus labios. El viento frío soplando, sus ojos brillantes, llorosos, y la tristeza dibujándose en sus tiernas facciones. Su mano delicadamente posada sobre el pequeño vientre que apenas y sobresalía en su ropa, Louis de verdad no quería que estuviera nunca más en peligro.

Our Destiny | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora