Capítulo VI: El Viaje a Whiterun

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Tras su encuentro con la pequeña ladrona khajiita, nuestro dúo, Jarngrim y Signy, se disponen a dar comienzo a su aventura. Montan en sus caballos y cabalgan en dirección a la próxima comarca, Whiterun.

En el camino a Whiterun, se encuentran con un mercader varado y su hija. La rueda de su carruaje se ha estropeado, dejándolos en apuros.

"¿Necesita ayuda, señor?" dice Signy amablemente al mercader.

El mercader, algo desconfiado por la aparente preocupación de alguien desconocido, responde: "No me vendría mal... Solo necesito ayuda con la rueda, y mi hija y yo seguiremos adelante".

La pequeña hija del mercader asoma la cabeza por encima de un lado del carruaje. Jarngrim rápidamente se percata de ella: una niña de no más de 7 años, con un mugriento oso de peluche en sus manos.

"Oh, hola, pequeña", dice Jarngrim antes de ser interrumpido por el padre de la niña.

"Hija, vuelve adentro del carro", le dice el mercader con tono algo enojado.

Jarngrim siente curiosidad por la reacción del mercader, pero decide ignorarlo y pregunta: "¿Tiene repuestos para la rueda? Lo ayudaremos a arreglarla".

"Sí, claro. Solo necesito ayuda para colocar la rueda", responde el mercader.

Rápidamente, Jarngrim y Signy ayudan al mercader a reparar la rueda del carruaje sin mucha dificultad.

"Listo. ¿Necesita que lo escoltemos hasta su siguiente parada? Por una adecuada compensación, por supuesto", sugiere Jarngrim amablemente.

"No, no, estamos bie-".

El mercader se detiene a media frase, piensa un poco y luego responde: "Sí, nos vendría bien la escolta. Presiento que podría haber problemas".

Aunque desconcertados por esta respuesta, ambos aceptan el trato, motivados por la posibilidad de obtener una recompensa.

"Por cierto, señor, ¿cómo se llama?" pregunta Signy.

"Roland Ashwood, para servirles, y mi pequeña se llama Violet", responde cortésmente.

Nuestros protagonistas, escoltando al mercader y a su hija, se ponen en marcha hacia Whiterun. 

La escolta hacia Whiterun transcurre sin mayores incidentes, hasta que se encuentran con un grupo de bandidos.

"Vaya, vaya, miren a quiénes tenemos aquí, Roland... Aún no nos pagas lo que nos debes, amigo", dice un fornido hombre que parece ser el líder del grupo.

"Mierda...", murmura Roland, mientras Signy y Jarngrim desmontan de sus caballos.

"Hablaremos de esto después, Ashwood", dice Jarngrim, algo molesto, mientras se prepara para entablar un diálogo con los bandidos.

"¡Vaya! ¿El pequeño Ashwood se consiguió unas escoltas?", dice el bandido con tono burlón.

"Váyanse, o habrá problemas", dice Jarngrim, tratando de intimidar al grupo.

Signy, preocupada, se acerca a Jarngrim y le susurra: "Oye, ¿seguro que podremos con ellos? Son como... 8, 9, 10... ¡12!"

Tras oír esto, Jarngrim reflexiona por un momento y dice: "No te preocupes, podremos con ellos", mostrando confianza mientras se prepara para el combate.

El enfrentamiento comienza, y Jarngrim se desenvuelve con destreza y brutalidad, cortando, aporreando y desgarrando a los bandidos. Sin embargo, en medio de la batalla, Jarngrim pierde la concentración al ver que una flecha disparada por un enemigo se dirige hacia donde se encuentra Signy, el mercader y su hija.

La flecha, que iba directo a la niña, es recibida en su lugar por Signy, quien se interpone para protegerla.

"¡¡SIGNY!!", grita Jarngrim con preocupación.

Lleno de ira, Jarngrim se abalanza sobre el bandido que disparó la flecha, golpeándolo y arrancándole la cabeza de cuajo con sus propias manos.

Este acto aterrador asusta a los pocos bandidos que quedan con vida, quienes comienzan a huir.

"¡Retírense!", grita uno de ellos mientras corre.

Jarngrim corre rápidamente hacia donde está Signy.

"Signy, ¿estás bien?", exclama Jarngrim, con gran preocupación en su rostro.

"Estaré bien, es solo un rasguño. La armadura evitó que la flecha penetrara profundamente", dice Signy, resistiendo el dolor y con la flecha aún clavada en su hombro.

Jarngrim, con cuidado, retira la flecha y comienza a tratar la herida con un hechizo de sanación básico, mientras Signy hace lo mismo.

"Lo lamento... Si no me hubiera confiado, no te habrían lastimado...", dice Jarngrim, tratando de contener sus emociones.

"Hey, está bien. Es solo una herida leve. Asumimos esos riesgos desde que decidimos salir en esta aventura, ¿no?", le dice Signy a su compañero, intentando calmarlo con una sonrisa en su rostro.

Jarngrim se queda en silencio, sintiéndose culpable por haber permitido que hirieran a Signy y por haber perdido el control en el combate de esa manera.

Roland y su hija observan todo desde la distancia. Finalmente, Roland se acerca y dice: "Por las barbas de Shor... Lamento mucho lo ocurrido. No quería que nadie saliera herido".

Jarngrim, visiblemente irritado, le responde rápidamente al mercader: "Ashwood... ¿Qué fue todo esto? ¿Qué pago les debías? Necesitamos una explicación".

Ashwood, avergonzado, responde: "Es una larga historia, amigo. Pero prometo que les contaré todo cuando lleguemos a Whiterun".

Con la promesa de una explicación, nuestro grupo reanuda su viaje hacia Whiterun, pero ahora con Signy ligeramente herida. Jarngrim no puede evitar sentir una profunda preocupación y culpa por su amiga, prometiéndose a sí mismo protegerla con más vehemencia en adelante.

Espadas y Sortilegios: La historia de JarngrimWhere stories live. Discover now