Vívido Reinato: Nuestro Dios Sol

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“Cuando un secreto es muy grande para los dioses, solo significa desgracia para los mortales”  – Huperêphanía de Philopator


Afuera, el calor era infernal,incluso parecía que el sol estaba cada vez más cerca al verse esférico y en exceso brillante en el cielo azul; así como una de las esculturas que ya hacían en la habitación del peliamarillo, justo debajo de su mejor aposento; su cama.

Simple, pero cómoda, tenía sus copetes con formas de Girasoles, y sus sabanas de color carmín, ¿bastante alegre para un ser de 1.70 que casi siempre está de mal humor no? 

– Maldita sea, qué calor – expulsó de su garganta soberbia, una vez que puso un pie fuera del Palacio, dejando detrás a una ridícula Pereza y a un Insoportable Lujuria; hizo a un lado el sudor pasando su mano por su frente, y achicándolos un poco, sintiendo el sol directo en su piel, casi derritiéndola. 

De la nada sintió una silueta acercarse y un golpe de sombra por encima suyo, evitando los rayos del sol, algo parecido a un paraguas – ¿Te gusta? – preguntó divertido el más alto, ensanchando su sonrisa y manteniendo su postura para evitar que su "dulce damicela" no fuese atacada por los implacables rayos solares, ya se podrán imaginar quien era; Lujuria.

Soberbia viró los ojos y llevó su mano a la base del susodicho paraguas, arrancándolo de las manos del otro y poniéndolo sobre sí mismo, quitándole totalmente el crédito a aquel acto romántico, como era costumbre...

– ¿Y a mí me piensas dejar así en el sol? – expuso el más alto observando las facciones del menor, y este titubeó al responderle, se había ruborizado al conectar las miradas, era lógico, era Lujuria.

El más bajó divagó unos segundos, tratando de no mostrar el colapso que acababa de tener: —¿me ayudas? – preguntó con tono suave, ese que enloquecía al cinismo hecho persona.

– Con eso, y todo lo que quieras, pequeño– exhaló aire sonriendo y tomando la sombrilla; – eres muy lindo como para que estés bajo el sol –.

Soberbia, sonrió de medio lado, esta vez con total genuidad – gracias, pero ¿solo me vas a tapar o me piensas acompañar?– preguntó dudoso, lo miró vacilante admirando esa manzana de Adán en su cuello, es irónico que piense en Adán, lleva unos cientos de años muerto.

– Por supuesto que iré, tengo que tenerte vigilado – dijo entre risas guiñándole el ojo –además, quieres que vaya, sino quisieras, no me preguntarías,tendrías rato ya fuera de mi alcance –; suspiró con suficiencia, sabiendo que tenía toda la razón, contemplando la mirada asesina del menor quien no articuló palabra hasta algunos segundos.

Sí, había tenido razón.

– Te odio – escupió con bremura; dándole la espalda al mas alto siendo seguido por este quien lo cubría del sol.

– Y yo te amo – le respondió caminando detrás de él, en silencio.

"A veces me provoca golpearlo" pensó el más bajo.

“A veces me provoca besarlo" pensó el más alto.  

Corazones más tercos que esos dos no existían.

Su caminata seguía, sin saber a donde, o porqué en realidad, lo cierto es que el peliamarillo no estaba caminando, estaba pensando, sumergido en sus propios pensamientos, su conversación con Pereza lo había dejado muy consternado mentalmente, ¿Quién carajos habla Ebreo o Greco estos días?

Un suave recuerdo heló su sangre, y tensó su cuerpo, "Los cazadores" pensó caminando por entre la arena, sintiendo el calor en sus pies, mientras era seguido de su hermano, Lujuria; quien sorprendentemente no había dicho palabra alguna, sabía cuándo cerrar el hocico.

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⏰ Last updated: May 22, 2023 ⏰

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El Jardín del Edén ProhibidoWhere stories live. Discover now