Capítulo 21

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Gianna

Caminé junto a Vivian hasta la heladería a la que frecuentemente íbamos con Emmi y Tebi. Ella pidió sabor pistacho y yo, frutos rojos. Nos sentamos en una terraza muy bella, con vista a un jardín con flores de todos colores, pude distinguir algunos crisantemos y dalias moradas.

–¿Recuerdas que me mudé a Italia, verdad? –Moví la cabeza afirmativamente–. Todo estuvo bien por un año, hasta que una noche todo cambió. Mientras mis padres y yo dormíamos, se incendió la casa. Hasta el día de hoy no se sabe cómo pasó. En mi mente todo es muy confuso. Sólo recuerdo a mi madre intentando sacarme rápidamente, a mi padre amainando el fuego y luego todo es negro. Me desmayé y desperté en el hospital. Por suerte salí ilesa de todo esto.

–Oh, nunca imaginé que habías pasado por eso. ¿Cómo están tus padres? –Una lágrima salió de su ojo izquierdo casi instantáneamente–.

–Ellos... no... –su voz se cortó– ellos... fallecieron en el incendio –comenzó a llorar desconsoladamente–.

–Oh –la abracé–. Lo siento, no sabía.

Después de unos segundos, su llanto cesó y pudo continuar contándome su historia.

–Fue difícil estar sin ti todos estos años, pero después de lo que pasó, quedé muy mal psicológicamente y no pude estar cerca de nadie. Me alejé de todos los que conocía.

–Debió ser muy fuerte pasar por todo eso sola –asintió. No sabía qué más decirle, así que siguió–.

–En Italia comencé a ir a terapia psicológica y en una sesión me encontré en la sala de espera con una chica llamada Anaís, nos volvimos muy unidas, es una persona maravillosa, si ustedes se conocieran de seguro serían grandes amigas. Cuando por fin volví a este país luego de terminar mi terapia dos años después del accidente, perdí el contacto con Anaís –enfatizó sutilmente su nombre–.

–¿Si volviste antes por qué me dices recién ahora?

–Porque en aquel entonces sólo volví por un par de semanas y me di cuenta que cada rincón de esta ciudad me recordaba a mis padres y preferí viajar a España por un tiempo, luego fui a Suiza y ahora estoy lista para retomar mi vida en mi país natal. Con respecto a Anaís, retomamos nuestra amistad hace unas semanas y me dijo que es novia de un chico llamado Julián y está muy enamorada. Hace un par de días nos juntamos a beber un café y me contó toda su historia que es muy bonita, sin embargo... –su voz se apagó–.

–¿Qué pasa? –Pregunté alarmada–.

–Él ha estado muy distante y frío con ella últimamente. Anaís me dijo que tiene miedo de que otra lo está engatusando y se aleje de su lado. Aquel día me contó que Julián la ayudó a superar su depresión y no sabe qué haría sin él a su alrededor, me dijo que incluso ha sido su motivación para seguir y si termina con él ya no quiere estar aquí... no sé si me entiendes... en fin, no sé para qué te cuento esto, te debo estar aburriendo...

–Wow, que increíble lo que puede significar una persona... ¿Por casualidad tienes una foto de la pareja? –Pregunté interesada, debido a la gran coincidencia de los nombres–.

–Nop, sólo de Anaís y yo –buscó en su celular la foto y parecía que me la quería enseñar desde antes, porque no tardó nada en hallarla–. Es ella.

No puede ser. Era la novia de Julián. ¡Qué mundo tan pequeño! En mi mente aparecieron las palabras de Julián. Él está dispuesto a dejar a Anaís por mí y no es justo. Si en algún momento lo llegué a considerar secretamente, ahora siento que es imposible. Mi mejor amiga desde siempre y la persona en quien más confío me dijo que Anaís es muy importante para ella, y que su amiga logró salir adelante y recuperar sus fuerzas gracias a Julián. Por consideración con Anaís, creo que debo parar a Julián y decirle de una vez que se aleje, igual que como lo hice hace algunos años.

Al parecer el destino me grita que no debemos estar juntos.

Vivian me miraba atentamente.

–Amiga, quizás no haya otra persona... –dije lo más convencida que pude–.

–Debe haber otra desgraciada que esté acaparando su atención –expresó con rabia–. Esto no se va a quedar así –miró a la nada y luego me volteó a ver con una sonrisa en su rostro–. En fin, ¿qué es de tu vida, chiquitita?

–¿Me vas a seguir molestando con mi estatura? –Reí–.

Le conté lo que me ha pasado estos últimos meses, excepto los encuentros con Julián por razones obvias.

Había oscurecido cuando salimos del local y nos despedimos para que cada una fuera a casa. Me pidió que guardara su secreto del incendio y su amistad con Anaís.

Llegué a casa y hablé con Emma, sin mencionar aquello que Cris me pidió que callara, no obstante, mi reciente amiga notó que le ocultaba algo.

–Señorita Ellis, ¿está omitiendo algún detalle?

–No –dije sin duda rápidamente–.

–¿Segura?

–Sí.

–No nos conocemos hace mucho, pero sé cuando mientes porque hablas muy rápido y con monosílabos, ahora dime, ¿qué pasó?

–Nada... –enarcó una ceja– No se lo digas a nadie, por favor –asintió–.

Le conté a grandes rasgos la historia y mi amiga me miraba.

–Así que de la nada aparece Vivian, tu gran amiga, te dice que sufrió un gran trauma y que Anaís, una maravillosa persona que conoció en Italia y que la ayudó a superar el mal momento que estaba pasando, le contó que hay una "desgraciada", por así decirlo, que está persiguiendo a su novio y curiosamente Cris te dijo absolutamente todo a ti, alguien que ni siquiera debería conocer a la pareja en cuestión. ¿No te parece sospechoso?

–¿Por? –Pregunté totalmente confundida por la reacción que estaba teniendo Emma–.

–A ver, repasemos los hechos –me explicó suavemente–. Desde hace 7 años no tenías noticias de ella y también hace algunos meses te reencontraste con Julián, tu gran amor, el cual Vivian conoció anteriormente, además, de un tiempo a esta parte, él y tú se han encontrado en varias ocasiones y te ha mencionado que es capaz de dejar a su actual novia por ti, la cual por "casualidades" del destino es amiga de Vivian –hizo comillas con los dedos y no me gustó para nada su tono de voz–.

–¿Qué insinúas? –Arquee una ceja–.

–No insinúo nada, solo digo que me parecen demasiadas coincidencias para que sea mero azar.

–No. Estás equivocada. Cris nunca haría eso. Ella me quiere. Quizás Julián ha cambiado con su amiga por mi culpa. Si me lo vuelvo a cruzar, tendré que asegurarme de que no se aleje de Anaís.

–¡Amiga! Te creía más inteligente. Linda, te lo digo en serio, esa chica algo trama, sus intenciones no son sanas.

–Si no quieres dejar de decirme "amiga", no vuelvas a hablar mal de Cris.

–¡Pero... Gianni! –Chilló–.

–Ni una palabra más. Lo digo en serio.

Asintió en silencio.

A pesar del tiempoWhere stories live. Discover now