Sexto Capítulo

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𝐸𝓃𝓉𝓇𝑒 𝓈𝓊𝓈 𝓅𝒾𝑒𝓇𝓃𝒶𝓈

El joven bajó las escaleras con saltos presurosos cuando escuchó a Boucles maullar fuertemente, al entrar a la cocina se dio cuenta que el pequeño gato estaba trepado encima de una repisa, inseguro y sin saber cómo bajar.

― Vaya genio ― se burló, siempre esperando que de algún modo el minino le respondiera. Al bajarlo este salto hasta su cama y comenzó a jugar con un pescado de estambre provocando que su dueño sonriera.

El felino maulló al ver a Elliot entrar también a la cocina aunque el hombre ni siquiera le prestó atención antes de acercarse a la vitrina y sacar una botella.

― ¿No crees que es muy temprano para beber? ― preguntó el menor mientras contemplaba por las puertas corredizas el sol mañanero, alumbrando la ciudad inglesa.

No― fue lo único que recibió, el hombre acabo con su bebida y volvió a verter el líquido de la botella en su vaso. Trago tras trago.

― ¿A que ha venido Bruno? ― se atrevió a indagar, caminando hasta el refrigerador y comenzando a comer el sándwich que siempre le dejaba Carlos, el mayordomo de la mansión y mano derecha de la familia, él único empleado en la casa que jamás había sido despedido.

―Empezaré a trabajar en su empresa para dentro de unos años asumir el puesto de jefe cuando él se retiré— contestó Elliot con una mirada perdida y al mismo tiempo, desganado volvía a acabar con su bebida.

―No parece hacerte muy feliz la idea de tu padre.

―Él sólo piensa en lo que es mejor para mí, además no es cómo si no pudiera continuar haciendo lo quiero ― Louis se encogió al percibir el tono de su defensiva y decidió no hablar más.

―Señor Radhav, la señorita Lauren Greco lo busca― avisó una de las empleadas domésticas, el nombrado haciéndole una seña arrogante con los dedos.

―Acompáñala a mi estudio y dile que en un momento estaré con ella—una pizca de enojo creció en el pecho de Louis tras escuchar aquello, ya que él no tenía permitido entrar al estudio.

― ¿Quién es ella? ― una sonrisa se formó en los labios ajenos y el mayor comenzó a chasquear con la lengua.

―Es una amiga, modelará un poco para mí pero no tienes por qué ponerte celoso― susurró sobre su boca, acariciando las mejillas tan suaves cómo la seda.

― ¿No debo ponerme celoso porque se desnudará para ti? No soy un tonto―permitió de nuevo escapar aquel tono de reproche.

Elliot sólo le sonrió de nuevo.

―Me gustas así― dijo antes de acercarse a besarlo y Louis se reprendió a sí mismo mentalmente por caer tan fácil ante su tacto.

El menor intentó apartarse, molesto porqué el otro parecía no tomarlo en serio, intentando una y otra vez volver a tocarlo para compensar lo que sucedía.

― Tú eres mi novio ¿No es así?   tienes que aprender a confiar más en mi, si estoy contigo es porque te quiero a ti, fin de la historia, no lo sobrepienses― las rodillas del más bajo temblaron cuando hubo un beso en su cuello, acompañado de un aliento caliente y un par de manos en su cintura.

― ¿Me lo prometes? ― interrogó mirándolo directamente a los ojos, incertidumbre de un extremo, confianza del otro.

― Nunca podría mirar a nadie del modo en que te miro a ti― contestó antes de abrazarlo y esconder el rostro en su cuello.

― Iré con Jodie.

― Está bien, te espero para la cena entonces ― mientras lo soltaba, Louis lo contempló y volvió abrazarlo una vez más para después salir de la cocina.

Las rosas llevan vendas➳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora