Capítulo 20

174 16 0
                                    

Cuando me dieron de alta, lo primero en que pensé fue en mi hogar. Ya no tenía uno. Jamás nunca en mi vida volvería a ese sitio, no importaba lo mucho que me gustara, ya no lo sentía mío.

Cathy me había invitado a su casa a quedarme de forma temporal, pero no quería estar al lado de mi propio infierno, así que acepté cuando Miriam me llevó a la suya, junto a Kael. Ambos vivían en la casa de la prima de Miriam, a varios minutos del centro del pueblo, lo suficientemente cerca del límite del siguiente.

Lo único que llevaba conmigo, era la ropa que tenía puesta gracias a Cathy. Ella había ido a mi casa, ex casa, a buscar mi ropa. Dijo que Patrick no estaba por ningún lado, así que fácilmente pudo sacar una mochila con algunas de mis pertenencias.

Por mi parte, yo jamás volvería a ese sitio.

Y ahora que no tenía casa, no sabía qué hacer. No sabía cómo lidiar con esta pérdida. Miriam había insistido en darme la habitación que Kael ocupaba en esa casa. A pesar de lo mucho que me resistí al principio, tuve que ceder. Las indicaciones de la doctora eran claras y muy estrictas, debía permanecer en reposo por unos días, tomar algunos medicamentos para evitar hemorragias y comer saludable. Tenía varias contusiones debido a las patadas y por poco no me fracturé las costillas.

Mientras me acomodaba en la cama donde anteriormente estaba durmiendo Kael, Miriam junto a él dejaron mi bolso y mochila. Ella rebuscó entre mis cosas algo antes de tendérmelo. Era mi pijama.

Todavía no era hora de dormir, ni siquiera era de noche.

-Descansa, Sophie. Dentro de un rato te traeré algo para comer. ¿Está bien sopa? -Miriam se esmeraba mucho en mi cuidado. Siempre pendiente y preguntándome por mi bienestar. Si ella no estuviera aquí conmigo no sabría qué haría.

-No tengo hambre, gracias.

Con esfuerzo me quité las zapatillas. Kael se acercó a mí con una manta en sus brazos. Sin decir nada, la colocó sobre mí. No tenía frío, pero agradecía ese gesto suyo.

-Tienes que comer, Soph -dijo él mirándome con preocupación. Me preguntaba cómo podía mirarme a la cara con aquel moretón en mis mejillas. En el hospital había decidido no mirarme en el espejo, pero me fue imposible no hacerlo cuando estuvimos frente a la camioneta de Kael y las ventanas reflejaron mi rostro. En ese instante el horror se asentó en mí. Casi ni me reconocí. Mi rostro estaba hinchado, tenía ojeras negras y bolsas debajo de mis ojos; y para rematar, el gran moretón en mi mejilla se había tornado morado. De inmediato las lágrimas acudieron a mí. Y aunque me esforcé en no derramarlas, cayeron cuando Miriam y Kael me miraron dándose cuenta de que estaba mirando mi reflejo.

No quería sentir tristeza, pero era todo lo que conocía en este momento. Eso, y un profundo dolor y vacío. Sentía que ya no me quedaba nada. A pesar de que no quería creer lo de mi embarazo, una parte de mí sabía que eso ocurrió. Había estado embarazada, de Patrick. Y lo había perdido, por su culpa.

Mientras me acurrucaba en la cama, llevé mis manos sobre mi abdomen, ahora vacío, mientras volvía a llorar. No entendía por qué lloraba. Tal vez por perderlo todo. O por el daño que Pat me había causado. No lo sabía.

-Eh, Soph... -La voz susurrante era de Kael. Cuando miré la habitación solo estábamos él y yo. No supe en qué momento Miriam nos había dejado solos, pero le agradecía. Estar con Kael me calmaba. Siempre lo hizo. Se acercó con sigilo a la cama antes de sentarse frente a mí-. Mamá fue a prepararte algo para comer. La doctora dijo que las medicinas van después de la comida.

Cerré mis ojos para dejar que algunas lágrimas escaparan. No quería limpiármelas porque la mejilla me dolía, pero lo hice. A Kael no le pasó desapercibida la mueca que mostré cuando el dorso de mi mano chocó contra mi mejilla magullada. Se levantó rápido con la mandíbula apretada antes de desaparecer por la puerta. Intenté levantarme pero segundos después volvió a aparecer con algo en su mano.

Corazones fracturados | ✓Where stories live. Discover now