-Chapter Thirteen

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Perséfone se puso nuevamente roja, como la manzana que era. Pero simplemente se mantuvo callada viendo a sus amigas con sus ojos abiertos, como queriendo quitarles sus cuerdas vocales para que no sigan diciendo cosas.

Así que a la pequeña manzanita le gustaba alguien.

-¿Qué pasó manzanita? ¿Acaso tienes a alguien en mente? —Perséfone me miró con enfado y cerró su libro con agresividad.

Creo que el plan será matarme a mí.

-Es mi plan semanal, idiotas. —se cruzó de brazos con su diario entre medio.

Oh.

¿Pero había alguien?

Me comí mi duda y traté de quitarle importancia a aquello, con tal, no era de mi importancia y realmente no me interesaba. Simplemente ver a una Perséfone enamorada sería muy divertido, todo porque quería seguir molestándola con ese apodo tan estúpido que se me ocurrió, pero que al mismo tiempo, le quedaba como anillo al dedo.

Cuando di mi última pincelada la puerta se abrió mostrando a mi mamá. Oh dios no, por favor de nuevo no, sus críticas eran como puñales en mi espalda.

-¿Practicando? —la vibcon medio obviedad y ella pasó sin ningún problema, al igual que mi papá que entró con felicidad, mi papá era como un Golden, era increíble el parecido que tenía con ese perro. -Oh, mejoraste demasiado —dijo situandose atrás mío pero luego giró la cabeza y soltó una risita por los maravilloso espectadores que tenía.

-¿Y ustedes? —preguntó mi padre viendolos a cada uno.

-Me aburría, así que quise ver sufrir a Jacob —para que quiero amigos si lo tengo a Austin.

-La verdad que si es divertido —bueno, para que carajo quiero un padre si es lo mismo que tener a Austin.

Seguía sintiendo la mirada de mi mamá sobre el cuadro y eso me ponía sumamente nervioso, ella era tan perfeccionista con el arte que sacaba pequeños detalles que ni un ojo humano podría ver; pero claro, ella era la gran Aries Leduc, con una super vista desarrollada que hasta parecía Superman.

-Aquí, falta un poco más de sombra —se los dije. Resoplé envolviendo mi pincel en el color correspondiente y esperando más detallitos.

Pero después de otros cinco minutos ella permaneció callada mientras arreglaba ese tema de la sombra, no decía nada y eso me asustó, más aún cuando mi padre también se situó atrás mío y ambos permanecieron callados. Terminé de trazar todo y me di la vuelta con curiosidad, y allí estaban ellos, sonrientes y al mismo tiempo asombrados ante mi pintura.

-¿Qué ocurre? —mi papá me despeinó como si fuera un niño de ocho años y mi madre me dió un beso en la cabeza.

-Está perfecto, no le hace falta nada Jay —abrí los ojos ante eso, ¿acaso acababa de satisfacerlos?, ¿acabo de hacer que los talentos mundiales quedarán satisfechos?. -Es tu gran obra, y una mejoría de tan solo una semana —me guiñó un ojo mi mamá sonriéndome orgullosa.

Vi a Perséfone quien me lanzó una mini sonrisa y yo a ella.

Gracias Percy.

[...]

-Esa sonrisita no es normal, Jacob —me giré en la silla de mi escritorio, ante lo que dijo Austin, para ver a los idiotas de mis amigos.

-¿Van a seguir con eso? —pregunté por décima vez.

No debería de haberle sonreído a mi compañera de equipo. Estaban demasiado pesados desde que me vieron hacerlo y como Perséfone me devolvía una pequeña sonrisita, que no sé cómo demonios notaron, porque hasta a mí me costó entender que esa niña me sonrió.

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