𝓮𝓹𝓲𝓼𝓸𝓭𝓲𝓸 𝓼𝓮𝓲𝓼

1 0 0
                                    

«Leahnor»

Me preguntaba que iba a hacer en cuanto despertara, ¿cómo enfrentaría la situación? Ella no me dio mucho tiempo de pensarlo.

En cuanto abrí los ojos los cerré de nuevo por la luz repentina que rozaba mi cara, los fui abriendo poco a poco hasta que vi que esa luz provenía de una lámpara, y lo demás era negro, todo oscuro; intenté moverme para apagar la lámpara, pero noté las ataduras en mis muñecas y pies, estaba en una silla, y por lo demás no pude ver mucho.

—Tardaste en despertar —comentó una voz proveniente de atrás de la lámpara, masculina.

No contesté, tenía que procesar que decir y qué hacer en esta situación.

—¿Pensaste que nos engañarías fingiendo ser una call center? —ironizó otra voz un poco más aguda y lejana.

—¿Puedo preguntar cuántas personas hay aquí? —dije por fin, sentía la garganta un poco seca y sabor agrio.

—Nosotros hacemos las preguntas —respondió la primera voz escupiéndome en la cara.

—¿Me recuerdas niña? —preguntó la anciana acercándose a la lámpara.

—Confíe en usted —le reclamé.

—Eres muy ingenua niña, ¿enserio pensaste que te creerían ese truco? Por suerte, lo usamos a nuestro favor, todo el tiempo solo te estaba reteniendo.

—¿Todo fue falso? ¿Incluso...

—No, eso fue lo único verdadero, las cartas no mienten —repitió, dando vueltas a mi alrededor, acorralándome y manteniéndome cautiva.

—¿Eres la verdadera Leahnor? ¿O has sido enviada fingiendo que eres ella? —indagó la primera voz con fuerza, para que toda la sala lo oyera.

—¡Soy Leahnor! y en cuanto se enteren de que no estoy, vendrán a buscarme —comuniqué, no muy convencida de mis propias palabras.

—Eso no lo crees ni tú, niña, estás sola, nadie sabe que estás aquí, así que podemos demorarnos todo lo que queramos —me replicó la anciana acercándose a mí, lo suficiente para ponerme nerviosa. En contra de mis pensamientos intrusivos de darle un cabezazo, me mantuve firme sin ni siquiera mirarla.

—Así que ya te paso, ¿eh? —insinuó una voz un poco más lejos de la lámpara, de la que supuse que era un hombre.

—¿El qué me pasó? —pregunté entrecerrando los ojos para ver si podía lograr mirar a la persona.

—Steven... —le riñó la anciana.

La anciana se tapó la boca enseguida cayó en cuenta de sus palabras.

—Ya fuiste a ese mundo mágico, ¿verdad? —planteó Steven aumentando el alcance de la lámpara hacia mi cara.

No respondí.

—Tenemos que irnos... —sugirió una voz lejana, se escuchaban pasos en la habitación, pero yo seguía sin verlos.

—Aún no, necesitamos respuestas —insistió Steven acercando la lámpara cada vez más.

Cerré los ojos, la lámpara estaba demasiado cerca como para ver algo que no fuera eso.

—Abuela ya ha dicho tu nombre, no podemos arriesgarnos —comentó la voz chillona desde el rincón.

Más pasos, una puerta abriéndose.

—¡¿Responde mi pregunta, si o no?! —repitió Steven ya un poco alterado.

Decidí abrir los ojos de golpe y para mi sorpresa, ya no se encontraba la luz de la lámpara, ni los pasos apresurados, solo había oscuridad y un silencio tan frágil que la mínima respiración lo rompería, veía siluetas, ya que mi visión se iba adaptando a la oscuridad. Unas siluetas muy quietas, salidas de mis peores pesadillas.

Sueños Al AtardecerWhere stories live. Discover now