Capítulo 6: Un nuevo aliado

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Me hice paso entre el tumulto de gente, siguiendo a Maerin. En el oscuro crepúsculo, cuando las sombras del bosque se alargaban y el susurro del viento se mezclaba con el eco de las hojas, un centauro herido había emergido tambaleándose de entre los árboles. Su cuerpo, una vez majestuoso y poderoso, estaba ahora cubierto de heridas profundas y sangrantes. Cada paso que daba era un desafío, y su mirada reflejaba el cansancio y el sufrimiento.

Alertados por el crujir de las ramas y los gemidos de dolor, habían corrido hacia él, extendiendo sus brazos para brindarle apoyo. El centauro, con dificultad, se dejó caer sobre el suelo, exhalando un suspiro de alivio mezclado con tristeza.

Drimmar acudió casi al instante, él estaba en todo lo que sucedía. Se adelantó a todos y se arrodilló junto al centauro.

—¿Quién te hizo esto? ¿Qué ocurrió?

Con voz entrecortada, el centauro comenzó a relatar su historia.

—Fui una vez un guardián de las tierras sagradas, un defensor de la justicia y el equilibrio. Pero la oscuridad cayó sobre mi hogar, y una cruel guerra estalló. En la feroz batalla, perdí a todos a quienes una vez conocí y salí gravemente herido, quedando como el último de mi estirpe. La soledad y el dolor se convirtieron en compañeros constantes para mi mientras vagaba sin rumbo fijo, buscando un propósito en un mundo que parecía haber perdido toda esperanza. Había oído hablar de los rebeldes, de su valentía y su lucha contra la opresión, y decidí buscar su ayuda en un intento desesperado de encontrar un nuevo significado para mi vida.

Drimmar lo miraba con suma tristeza, como si sintiera todas esas palabras como propias. Yo no conocía su historia, pero podía tal vez imaginarla.

Me acerqué por detrás y le pregunté si quería que llamara a Lundra, me dijo que sí con la cabeza y fui a por ella.

Su tienda estaba vacía, así que la busqué entre la multitud pero no la encontré. La mayoría de la gente estaba rodeando al centauro, me preguntaba donde podía estar la sanadora si no era allí, brindando sus servicios. Rodeé el campamento y no la encontré, se me ocurrió de último recurso revisar en la tienda de la cazadora.

Descubrí la tela y no dí crédito a lo que ví.

Lundra estaba terminando de desatar el brazo izquierdo de la cazadora, el derecho ya estaba libre.

—¡¿Qué estás haciendo?! —grité perplejo. Pareció que al oírme hubiera salido de una especie de ensoñación. Miró sus manos, lo que estaba haciendo e intentó alejarse pero la cazadora la sostuvo con la mano libre, como si fuera una garra.

—Libérame o trituraré a tu amiguita aquí mismo— Lundra estaba muy asustada.

—¿Con tu super fuerza? ¿No que no tenías?

—¿Alguién te dijo lo irritante que eres, niño?

—Últimamente me lo dicen muy seguido, y no soy un niño. Así que déjate de jueguitos y libérala si no quieres llevarte mal conmigo, linda.

—No me llames linda.

—Te llamo como quiero, aquí la que está en desventaja eres tú. —La miré serio—Ya, déjate de jueguitos. Suéltala.

Su mano presionó más fuerte el cuello de Lundra y ella emitió un quejido. Me miraba fijo y no cedía, entonces me anticipé al movimiento. Iba a romperle el cuello y eso no podía permitirlo. Dejé que la magia saliera y la ahogué. Inmediatamente la soltó y sujetó su propio cuello, sentía como si dos manos invisibles la estuvieran ahorcando. Tiré de Lundra y la alejé de ella.

—¿Vas a quedarte tranquila si lo detengo? —le dije pero solo me miró con desesperación. El tiempo era crucial —Ey, te vas a morir ¿de verdad prefieres morir a perder un poco de tu orgullo? —su piel pálida se estaba poniendo azul— solo asiente con la cabeza, ¿vas a ser obediente si lo detengo? —no sabía si yo estaba desesperándome más que ella pero entonces perdió el conocimiento y lo detuve, la dejé respirar.

El Despertar de la Magia OscuraWhere stories live. Discover now