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Baji se encontraba frente suyo sin esa típica sonrisa que lo caracteriza, ellos acostumbraban a encontrarse con emoción apenas se paraban frente a aquel viejo local que era testigo de las noches en vela de aquellos niños que ahora eran unos jóvenes hechos y derechos, testigo de aquel inocente y dulce amor.

Pero esa noche eran tan fría que a Kazutora lo hacía temblar. Tal vez tenía miedo, jamás veía esas expresiones del azabache.

— Debemos terminar, Kazutora.

La declaración que Baji hizo hace apenas un segundo fue con un balde de agua fría para Kazutora, un golpe lleno de la cruda realidad, y dolía, dolía como mierda.

— ¿Por qué? — Soltó con un pequeño hilo de voz, simplemente necesitaba encontrar una razón, lógica, una sola razón para pensar el porqué, el azabache se quedó callado, haciendo enfurecer a Kazutora. — ¡Maldita sea, Keisuke! ¿¡Por qué!?

— Nunca... — Habló, pensando bien en las palabras correctas para dejar satisfecho a su antiguo amor. — Nunca te he amado, estuve considerando esto por un tiempo, hay otra chica que me gusta, tal vez no era gay como pensé... Te estuve engañando con ella. — Los ojos de Kazutora se cristalizaron, Baji simplemente evitó posar en aquellos grandes orbes mieles que lo harían sentir el hombre más desdichado y maldito del mundo.

Y ahora que lo piensa tal vez lo sea.

Las lágrimas no duraron en bajar, cuáles gotas saladas de agua sin parar; Apretó sus labios con fuerza, mirando completamente destruido al azabache.

Sin titubear o dudar alzó su mano abofeteandolo, Baji no dijo ni refutó nada, tan solo cerró los ojos en espera del siguiente golpe, quería que Kazutora lo golpee hasta que quede inconsciente porque se lo merecía.

— No pensé que eras así Baji, tú no... En verdad yo te amé... — Susurró, soltando un sollozo ahogado, apretando sus puños e intentando detener sus malditas lágrimas.

Baji estaba serio, tratando de controlarse y no pedirle perdón, él sabía lo mucho que amó a aquel muchacho que cautivo su corazón desde el primer momento, desde que aún eran unos simples niños de 11 que se veían a escondidas en una bodega porque sus familias tenían distintos estatus sociales.

Muy en el fondo, sabía que se iba a arrepentir, pero era por el bien de Kazutora, de él y de su familia. Ellos jamás podrían estar juntos, Baji lo tenía más que claro desde las amenazas del padre del contrario.

El chico de mechones rubios se fue sin decirle ni una sola palabra más.

Pero estaba bien, era lo correcto después de todo.

— Mierda...— Susurró bajo, el golpe de su ahora ex pareja le dolía, se tocó levemente su mejilla; Apretó sus labios, su corazón le punzaba. — Maldita sea...

Una visión de Kazutora sonriéndole pasó por su mente, una tras otra, cuando durmieron juntos aquella noche donde el padre del bicolor hizo un viaje a otro pueblo.

La primera vez que confesaron sus sentimientos... ¿Cuánto había pasado desde esa vez? Seis o siete años, apenas eran unos adolescentes en ese entonces.

"— Si me vuelvo rey prometo darle un buen lugar a tu mamá, esa mujer es como una segunda madre para mí, además mi papá ya no podrá decirme nada."

"Gracias por siempre estar conmigo."

"Juntos siempre, ¿verdad?"

"Te amo..."

Sus ojos empezaron a cristalizarse, ¿Por qué su mente jugaba de esa manera con él?

Después de todo Baji era un simple pueblerino que no tenía un trabajo estable, jamás seria lo suficiente bueno para Kazutora, príncipe y futuro rey de su reino.

Recuerdos del Pasado de un Príncipe EnamoradoWhere stories live. Discover now