El suicidio asistido en palabras concretas es, terminar con la vida propia de manera voluntaria y como su nombre lo menciona de manera asistida facilitando un medicamento letal a la persona que ha decidido suicidarse.
Cabe mencionar que el suicidio asistido no es lo mismo que la eutanasia, la diferencia entre estas es quien administra el fármaco letal. En el caso de la eutanasia es el personal sanitario quien administra el medicamento que provoca la muerte, y, en el caso del suicidio asistido, es el o la paciente quien se auto administra el medicamento que otra persona le ha proporcionado.
Estoy totalmente de acuerdo en que esta acción se lleve a cabo en cuanto un paciente expresa abiertamente que desea optar por esta opción para terminar con el sufrimiento que le es causado debido a una enfermedad que de igual forma lo conducirá más tarde a la muerte.
Dejando de lado ideas basada en creencias propias involucrando la muerte de manera biológica, social, espiritual y psicológica pensemos realmente lo que abarca vivir con una enfermedad que día con día te hace sufrir, sin embrago la muerte o en este caso el suicidio asistido debe dejar de verse como un tabú o algo novedoso.
Debemos pensar si en algún momento de nuestra vida hemos analizando profundamente lo que involucra vivir postrado en una cama sufriendo por dolores que ni los medicamentos pueden hacer efecto alguno para sentir un poco de alivio, ¿nos hemos puesto en los zapatos de esas personas? Aquellas que están cansadas de “vivir” de esa manera, simplemente pensando cada día de su vida en la muerte, esperando el día en que ese sufrimiento por fin pueda acabar.
Muchas veces podemos llegar al punto de sentir lastima por esas personas verlas incluso destrozadas por su enfermedad, verlas acabadas totalmente, ¿vale la pena seguir viviendo de esa manera? Cuando la persona se siente incluso inútil al no poder hacer algo por sí mismo, o sintiéndose un estorbo, una carga, ya que por otro lado estas personas necesitan de muchos cuidados muchas veces cuidados extremos, no solo de parte de los encargados de la salud sino también de su familia que muchas veces se encuentra demasiado ausente dejando a su suerte a su familiar, que en ocasiones tal cosa puede provocar depresión en la persona enferma.
Pienso que al igual como todos tenemos derecho a la vida también debemos tener derecho a la muerte en estos casos específicos.
Simplemente muchas veces hablamos por nosotros mismos, que probablemente nunca hemos pasado por algo así, ¿Cómo podría decirle a una persona que no se rinda que vale la pena seguir viviendo, cuando su vida es más sufrimiento que felicidad?
En lo personal de mi boca no podrían salir ciertas palabras de alivio, cuando veo la realidad ante mis ojos, una realidad de sufrimiento y dolor.
Si me tocara estar en una caso como este, no querría seguir sufriendo, viendo como mi salud empeora cada vez mas, viendo como mis familiares sufren por mi propio dolor, viendo que cuanto más pasan los días mi calidad de vida es aún peor, si me tocara estar en un caso como este, me gustaría poder optar por un suicidio asistido.
