𝑼𝒏𝒐.

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Los primeros días de clase no fueron tan malos para Kei

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Los primeros días de clase no fueron tan malos para Kei. Las materias le agraban, no eran sus favoritas, mas nunca tuvo problemas con alguna. Eso hasta que le asignaron música como crédito extra para la Universidad.

Las primeras 2 tareas las completó sin dificultad, sin embargo, la que habían dejado el día de hoy lo estaba fastidiando

—Tsk —gruñó en voz baja.

—¿Qué pasa, Tsukki? —preguntó su amigo peliverde.

—No entiendo nada de esto. Negras, blancas, enteras... Que fastidio —borraba una y otra vez cada nota que dibujaba en el pentagrama, ya cansado.

—Quisiera ayudarte, pero realmente no sé mucho de música —rascó su nuca, apenado.

Kei chistó nuevamente antes de colocar los audífonos en sus oídos. Entraron ambos al gimnasio el cual, para su sorpresa, estaba vacío. Decidieron ir a cambiarse para después sentarse a esperar a sus compañeros.

Tsukki golpeaba su lápiz contra la libreta que le estaba causando tantos dolores de cabeza al compás de la música que escuchaba con sus ojos cerrados. No se daba cuenta del pequeño concierto de percusión que le estaba obsequiando a su amigo y a la chica que se acababa de parar frente a él.

—Nada mal, pero te faltó marcar un tiempo del coro —dijo la azabache echando un ojo en la libreta del rubio.

Tsukishima abrió los ojos suavemente.
"¿Hoshi?" Intentó enfocar rápidamente su vista al rostro de la chica. Ojos azules, cabello negro y ahí estaban, como siempre, esos hoyuelos pizpiretos.

—¿Hoshi? —preguntó después de alzarse los lentes para tallar sus ojos y descartar que estuviera soñando.

—Perdón, ¿te conozco? —sus ojos se centraron en los audífonos del chico.

Un dolor azotó su cabeza de repente. Ahí estaban nuevamente, imágenes que no estaban en su memoria, mas bien, memorias que regresaban. Colocó una mano en su cabeza.

Por cierto, hace rato un chico fue para allá. ¿Puedes decirle que ya encontré los audífonos que me pidió, por favor? — dijo la mayor.

—¡Claro que sí!

Fue dando saltitos hasta llegar al pasillo 4 donde logró visualizar una cabellera rubia.

—Hey, chico rubi-

La voz de los chicos la sacó de ese recuerdo.

—¿Estás bien? —preguntaron al unísono.

Tsukishima y Yamaguchi se pusieron de pie para ver si podían ayudarla.

𝑪𝒐𝒍𝒆𝒄𝒄𝒊𝒐𝒏𝒊𝒔𝒕𝒂 𝒅𝒆 𝑪𝒂𝒏𝒄𝒊𝒐𝒏𝒆𝒔 |𝑻𝒔𝒖𝒌𝒊𝒔𝒉𝒊𝒎𝒂 𝑲𝒆𝒊|Where stories live. Discover now