XXXV.

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Liam Fernández

Solo faltaba un día para despedirme de Barcelona y de Luna, tenía que aprovechar el día juntos y así hicimos, a la mañana salimos a dar una vuelta con la moto por las afueras de Barcelona y estuvimos sacándonos fotos, a la tarde estuvimos en casa de Gavi y ella haciendo el imbécil en la piscina y aprovechamos para que Luna hiciera el equipaje de mano para ir a Chequia. Para la cena decidimos optar por pedir en el McDonald's, así que cuando llegamos a mi casa, nos pusimos cómodos y llamamos para que nos trajeran la comida. No tardó mucho en llegar, comimos mientras veíamos un poco de Twitch en la tele, pero cuando apenas nos faltaba comida en la mesa, mi móvil se iluminó dejando ver la notificación de que había saltado la alarma en uno de mis terrenos que estaba a 15 minutos de mi casa más o menos. Le dije a Luna que estuviera tranquila, que terminara de cenar ella mientras que yo iba a mirar que había pasado y que cualquier coma me escribiera.

Vino la policía y todo, pero no fue nada, había saltado la alarma por un puto animal. Aunque finalmente no fuera nada tuve que estar un buen rato hablando con los policías y rellenando cosas que ni leí. Me quedé allí solo, en medio de la nada, ya iba a ir hacia mi casa, pero mi móvil sonó. Era Luna, me envió un mensaje que decía "¿Te falta mucho? es que si no me voy a acabar todas las gominolas yo solita". Cuando lo leí, mi cara era un cuadro, ¿gominolas?, en mi casa no había rastro de comida desde una semana antes, entonces le pedí que me mandara una foto. Nada más ver la foto que me envió, mi corazón dejó de latir, un escalofrío recorrió mi cuerpo, eso no eran gominolas, eso era droga. Le dije que ni se le ocurriese comer más, metí mi móvil en el bolsillo y me subí a la moto. Nunca me había ido tan rápido en la moto como aquella noche, cada segundo que pasaba el miedo a estrellarme en cualquier momento aumentaba, pero el miedo de que Luna le diera algo era mucho mayor. Ni siquiera sabía cuántas se había tomado, esas gominolas no eran fuertes, pero teniendo en cuenta que su cuerpo no está acostumbrado, si se comía unas cuantas le podía dar una sobredosis sin problema. El camino que supuestamente duraba un poco más de 15 minutos, duró cinco, aunque se me hicieron como cinco horas. Nada más llegar deje la moto y salí corriendo hacia dentro de la casa.

- ¡Luna!- grite para que supiera donde estaba por su contestación

- Liam me encuentro mal- dijo Luna desde el salón con una tono muy bajo

- Lo sé pequeña, lo sé- le respondí tranquilo para que ella no se alterara. Llegue al salón y la vi en el sofá como si le hubieran metido 8 palizas

- No eran gominolas ¿verdad?- me pregunto mientras tocaba su frente para mirarle la temperatura

- No, no lo eran, ¿Cuántas te has comido?- le pregunté deseando de que no dijera muchas

- ¿Me voy a morir?- me preguntó ella mirándome como podía

- No, no va a pasar nada, pero respóndeme, ¿Cuántas te has tomado?- le volví a preguntar

- No se, como 15- me respondió y casi me desmayo

- ¡15! Luna tenemos que ir al hospital- le respondí mientras mi corazón empezaba a latir 8 veces más rápido de lo normal

No tenemos tiempo para esperar a la ambulancia, así que la cargué en brazos y nos fuimos al primer coche que había en el garaje. Apenas un minuto después de arrancar, Luna ya empezó a cerrar los ojos de vez en cuando, pero al tocarle el brazo o la pierna, ella volvía a abrirlos. Así estuve durante un rato, hasta que en una de esas Luna no respondía, el semáforo se puso en rojo, lo tenía imposible para pasar, venían coches por todos los lados, entonces aproveche para intentar despertarla. Por mucho que la zarandeaba, nada, no daba ninguna señal, hasta que, de la nada abrió los ojos como podía y lo echó todo por la boca. Fui después de salir de casa y le puse un cubo en las piernas, ya que sabía que era muy probable que pasara eso. El semáforo ya estaba verde, seguimos en trayecto, ella está haciendo todo para no cerrar los ojos pero no lo estaba consiguiendo, en cambio, yo estaba refrescando su piel blanquecina, como la porcelana, con pañuelo mojado, aunque no era muy fácil, estaba con una mano pasándole el pañuelo por la cara y brazos mientras con la otra conducían por las carreteras llenas de Barcelona. Paré el coche en frente de la puerta del Hospital, volví a coger a Luna en brazos y entre pidiendo ayuda, que alguien la atendiera rápido. Los médicos no tardaron en venir hacia nosotros y tumbarla en una camilla, mientras se la llevaban yo iba por detrás atacado explicándoles muy resumidamente lo que había pasado, pero de pronto, Luna empezó a moverse mucho, aunque ni podía verle con todos los médicos que le rodeaban y cuando escuche a uno decir "está empezando a convulsionar" te juro sentí como todo se paralizó alrededor y dentro de mi. La metieron en una sala, ahora solo me tocaba esperar, pero necesitaba respuestas rápido, mi cabeza solo reproducía la pregunta de "¿y si corazón esta vez si deja de latir para siempre?". Tuve que salir fuera a tomar el iré, por que sentía que no podía respirar, iba a llamar a Gavi, pero acabe dejando el móvil dentro de mi bolsillo, no podía llamarlo, no podía hacerle eso, él estaba en Chequia sin poder hacer nada, llevaba días sin hablar ni una palabra con ella, imagínate que le hubiera llamado y contado todo, es que se muere al instante.

Mis fotografías favoritas [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora