XVIII

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Liese

No tengo ni idea de cuánto tiempo llevamos corriendo sin parar, pero llega un punto en el que mis piernas dejan de sincronizarse y la posibilidad de tropezarme es cada vez mayor. Me falta el aire y siento que mis pulmones están a punto de estallar. La lluvia ha parado.

- No puedo...- comienzo a decir mientras desacelero poco a poco. Tomo una gran bocanada de aire, pero duele. El aire frío corta mi garganta como alfileres. - Tengo que parar.

Kay frena en seco y les silva a los demás con los dedos en la boca para que también paren.

-¿Te encuentras bien? - me pregunta Kay a la vez que me sujeta ambos lados de los hombros con sus manos. Me examina despacio con sus ojos negros cargados de preocupación.

-No, no me encuentro bien.- consigo responderle en un tono seco después de tragar saliva, o de intentarlo. Tengo la boca demasiado seca - Obviamente no me encuentro bien.

Puedo sentir los ojos de todos mirándome fijamente. Kay arruga el ceño en un gesto casi imperceptible, confundido por mi tono tan frío, pero no dice nada sobre eso, simplemente les dice a los demás:

-¿Podemos hacer un descanso? 

- Solo faltan un kilómetro para llegar a la furgoneta, tío.- dice uno de los chicos que no conozco. El que no ha salido herido.

-Opino como Kay. - añade Derek, que no ha soltado a Anne en ningún momento. Ella parece medio desmayada, medio despierta.- Anne necesita descansar. Le duele mucho la pierna. - veo como después de unos segundos de silencio, el chico, de pelo castaño y ojos azules, asiente despacio y los otros dos, que tampoco conozco, hacen lo mismo. 

- Bien, Liese, vamos a sentarnos.- dice Kay.

Me sujeta por el brazo con suavidad para guiarme hasta unas rocas lo suficientemente grandes como para sentarnos ambos en ellas. Noto el instantáneo alivio de mis piernas al dejar de cargar el peso en ellas, pero mi respiración sigue agitada y me duele la garganta. Necesito agua, aunque sean unas gotas. Si no fuera porque la lluvia ha parado echaría la cabeza atrás con la lengua fuera para que me cayeran algunas en la boca.

También consigo oír las voces de los demás diciendo cosas que no logro entender. Estoy tan asfixiada y cansada que lo único en lo que puedo concentrarme en es en ralentizar mis latidos.

-Toma- Kay saca una botella de agua de una mochila negra que lleva colgada y de la cual yo no me había percatado hasta ahora. - No hay mucha pero te aliviará la garganta.

-Gracias- recibo la botella que está a la mitad con gusto y le doy unos sorbos pero sin gastarla. Quizá es lo único que les queda y quiero dejar para los demás. Se la devuelvo y me limpio la boca con el dorso de la mano.

-Siento mucho haberte metido en todo esto. - me dice Kay en un tono arrepentido mientras guarda de nuevo la botella. Me mira directamente a los ojos. 

Tiene el pelo pegado a la frente por el sudor y gotas del mismo le recorren los lados de la cara. Aún así, y en este estado tan decadente en el que estamos todos, es la persona más hermosa que he visto en mi vida. El sudor le da brillo a su piel marfil y tiene las mejillas rojas del esfuerzo de haber estado corriendo tanto tiempo. Sus labios están hinchados. 

-No es tu culpa. - me aclaro la garganta, tratando de que no me tiemble la voz.- Nadie me obligó a hacer lo que hice. Aquí la única culpable soy yo.

-¿Te arrepientes? - después de unos segundos de silencio, su pregunta me toma por sorpresa. 

¿Me arrepiento?

-No me arrepiento de haberte salvado la vida. - le respondo, apartando la vista de su rostro. Miro hacia los árboles enormes que nos rodean. - Me arrepiento de haber matado a una persona, pero supongo que era tu vida o la de la Instructora Mathilda. 

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⏰ Last updated: May 25, 2023 ⏰

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