LLORO: EL DESENLACE DE UN AMOR 1.1

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Aferrándola de sus caderas y frotándola contra su henchida masculinidad y es que a medida que la acariciaba su miembro se iba despertando cada vez más, ella era su mejor afrodisíaco. No tenía ninguna duda.

Lucía sentía un calor interno recorrerla íntegra, ella también lo amaba y, no solo eso, también lo deseaba. Dirigió su mano izquierda y la colocó sobre su mejilla gestando suaves caricias que poco a poco extendió hasta su cuello y hombro. Un ronco gemido se escapó de la boca de Joaquín al sentir como ella balanceaba suavemente su cadera, rozándose con su virilidad.

Profundizó el beso un poco más aprovechando lo entregada que estaba a ese contacto. La acomodó mejor sobre la cama y posó parcialmente su cuerpo sobre ella. Logrando más fricción entre sus pieles.

La escena era realmente erótica, Lucía de espaldas sobre la cama gracias a la presión del cuerpo de Joaquín. Jadeaba mientras él se dedicó a recorrer y acariciar todo la anatomía de su mujer con manos y labios habilidosos, redescubriendo la belleza íntima de ella, esa que le pertenecía a él únicamente.

Él comenzó a dejar un reguero de besos en el cuello y ella se arqueó para darle mejor acceso mientras lo abrazaba con necesidad, enterrándole las uñas en la espalda desnuda cuando sintió sus manos deslizarse con impaciencia sobre la piel de sus muslos.

Ambos estaban dándose el tiempo de reexplorar sus cuerpos y marcar mutuamente cada centímetro de piel a punta de besos. Recuperando de a poco el tiempo que habían estado separados por las vacaciones que ella se había tomado para ir a visitar a su hija a España dejando a la otra mitad de su alma atrás.

Las caricias de Joaquín la incitaban, la provocaban y ella reaccionó abriendo un poco más sus piernas y abrazándolo con ellas por la cintura en un ruego silencioso.

-¡Joaquín!-, gimió cuando él bajó la cabeza a la altura de sus pechos y se dedicó a besarlos con mucho deleite incluso rozó con sus dientes su punto más sensible provocándole más y más placer. Lucía no podía sino agarrarse del cabello de él.

Su piel tibia y sedosa era más que una seductora invitación. Joaquín continuó recorriendo su cuerpo con su boca, sus dientes y su lengua llevándola más allá de la razón. Le besó las piernas recorriendo primeramente la cara externa de los muslos femeninos para luego moverse a la parte interna quedando muy cerca del lugar más íntimo de su mujer. Logrando que el deseo de ser acariciada en el centro de su placer aumentara a medida que sus labios y sus manos se acercaban peligrosamente a su zona secreta.

Rio al ver lo desesperada que parecía estar por sentirlo más íntimamente y, como si pudiera leerle la mente, Joaquín posó sus labios sobre la piel de su feminidad. Su cuerpo entero vibró gracias al contacto. Sus gemidos aumentaron al sentir las manos de su hombre abarcándole con mucha posesión los senos y tirando de sus pezones sin dejar de mover su boca en su entrada.

A este punto Lucía estaba completamente entregada al placer, su pulso latía desenfrenadamente y su cuerpo formaba un arco perfecto. Joaquín no se detuvo hasta que una oleada de éxtasis estalló en ella y bebió lo que ella le ofrecía. Alzó la cabeza y la estampa que encontró lo maravilló. Estaba tan hermosa con sus ojos cerrados, la boca abierta, sus mejillas sonrojadas prueba fiel del placer recibido, su pecho subía y bajaba con rapidez intentando normalizar su respiración.

Reptó nuevamente por su cuerpo hasta llegar a la que sería para siempre la parte que más amaba de la anatomía femenina, sus turgentes pechos, prodigó nuevas caricias y besos hasta que logró que sus pezones se volvieran rígidos otra vez.

Con las escazas fuerzas que ella había recuperado lo atrajo hacia su boca sintiendo así la masculina dureza, todavía cubierta por el pantalón de pijama, apuntar contra su abdomen y su necesidad interna la impulsó a retorcerse contra él al tiempo que lo rodeaba nuevamente con sus piernas.

PIMPI SHOTSWhere stories live. Discover now