Love hurts©

3.

Te quiero y tú dijiste que me quieres.

Te amo, pero tú amas a alguien más.

Sasha observaba a su amiga, algo andaba mal en ella y es que Marcy siempre fue alguien de apetito grande y ahora... No había tocado su comida.

—¿Segura que estás bien?— Observo a su amiga asentir y sonreírle.— No haz tocado tu comida.

—No tengo hambre.— Respondió.— Tú tampoco haz comido.

—Si... Tengo un dolor horrible en el estómago.— Se quejo.— Muchos proyectos.

—Sashy, nos dejan la misma cantidad de proyectos.

—Si pero tú eres inteligente, puedes hacerlo sin problema Mars. En cambio yo, me estreso con facilidad Marcy, estoy apunto de explotar.— La mayor soltó una risa por la dramática escena de su amiga y Sasha se sintió feliz de animar a la bajita.

—Te ayudaré con tus trabajos Sashy.

—Gracias preciosa, eres mi salvación.— Guiñó y las dos rieron.

Marcy olvidó casi por completo su condición, faltar a la escuela con Sasha siempre era algo mágico y más desde que la rubia cambio su manera manipuladora de ser.

Se acomodó en el hombro de la alta y Sasha sintió todas sus defensas desaparecer, su cuerpo tensarse y su rostro enrojecer. Si corazón latía fuertemente y esperaba que Marcy no se diera cuenta de ello.

Para su fortuna, Marcy no se dio cuenta...

Se quedaron así, nadie las molestaba, nadie estaba ahí para arruinar el momento mágico que estaban viviendo.

Sin embargo Marcy volvió a sentir como el oxígeno escapaba de sus pulmones, se retorció un poco, no quería que Sasha la viera así pero el dolor y la necesidad por respirar era más fuerte.

—¿Marcy?— Sasha sintió la inquietud de la joven y cuando volteo su mirada sintió un profundo miedo y preocupación. La bajita tosió, agarrando su cuello en un intento de respirar, las flores empezaron a salir de su boca y nariz, la sangre salpicó su ropa y podía sentir el ardor en sus pulmones.— ¡Marcy!

Se apresuró a ayudar a la bajita, quitando las flores que estaban en su boca, pero al darse cuenta que estás tenían espinas el miedo de lastimar más a la taiwanesa se elevó. Marcy volvió a toser con fuerza, expulsando gran cantidad de flores y sangre, tomo bocadas de aire y sus lágrimas aparecieron.

¿Por qué justo ahora? ¿Por que tenía que ser Sasha quién la viera así? Ahora su amiga tenía una cara de preocupación.

Cómo pudo quito lo restante de las flores, aún si las espinas le lastimaban no podía quedarse así, pronto llegarían su hermana y....

Anne.

Se quedaron en silencio, una procesando lo sucedido y la otra buscando una y mil formas de escapar. Marcy sintió ganas de llorar al no escuchar la voz de su amiga, seguramente la vería como un bicho raro por tener esa enfermedad, por ser una rechazada y una rara.

Seguramente le dirá a todos lo que pasa y todos la abandonaran dejándola sola, la dejaran morir sola...

No tendrá a nadie, morira de la manera más hermosa pero dolorosa posible.

Sin embargo sus pensamientos fueron callados por unos fuertes brazos que la rodeaban en un cálido abrazo.

—¿Desde cuándo?— susurro Sasha.

—Ha-Hace un año...— respondió Marcy, sintiendo como su voz poco a poco de quebraba.

Sasha sintió un dolor en su pecho, sabía que algo andaba mal en Marcy pero jamás pensó que algo así pasaba, Marcy jamás mostró interés en alguien y eso le dolía, pero le dolía más que al mostrar interés esa persona la haya rechazado.

Sasha iba a cometer homicidio, de eso estaba segura.

—No... No quería preocuparte... No quería preocupar a nadie...— Marcy empezó a llorar en el hombro de la alta y Sasha solo consoló su llanto.

La rubia no sabía que hacer, su amiga estaba enferma y sabía muy bien que esa enfermedad podría acabar con una vida en cuestión de minutos.

Había algo en Marcy que lograba aferrarla a la vida, pero... ¿Qué era? ¿Qué era ese algo?

Tenía que saberlo antes de que fuera demasiado tarde.

—Vayamonos.— Se separaron del abrazo y Sasha agarro las manos de la bajita.— Hay que salir de aquí.

—Pe-Pero... ¿Y Anne?...— Marcy casi se muerde la lengua al pronunciar aquel nombre.

—Ella estará bien con tu hermana, hay que salir ¡divertirnos!

Marcy parpadeó antes de que una enorme sonrisa sincera se dibujara en su rostro.

—¡Vamos!

Si, no fue una buena amiga en el pasado. Pero quería hacer un acto de amistad antes de que la enfermedad avanzará...